domingo, 27 de julio de 2025

Gran Santiago del Estero-La Banda: la ciudad que se reconstruye entre la historia y la desigualdad

Por Leyendas del Folclore Santiagueño

 

Un aglomerado que crece a contramano del orden

En el corazón del noroeste argentino, entre el río Dulce y la memoria de sus raíces rurales, el aglomerado Gran Santiago del Estero-La Banda se expande. Lo hace de un modo particular: entre saltos históricos, avances desiguales y tensiones territoriales. Esta ciudad intermedia, con más de 400.000 habitantes, no solo crece en población, sino que muta en su fisonomía, desbordando límites fundacionales, alterando tramas y produciendo fragmentos urbanos que, más que integrarse, se dispersan como archipiélagos en un mar de contrastes.

De plaza y damero: los orígenes fundacionales

La historia comienza en 1553, cuando Don Francisco de Aguirre funda Santiago del Estero, la más antigua de las ciudades argentinas. Tras varios traslados por las crecidas del río, en 1556 se asienta en su ubicación definitiva, en lo que hoy es el Parque Aguirre. Su trazado original, simple y funcional, respondía al clásico modelo colonial: una plaza central rodeada de manzanas cuadradas, donde el Cabildo y la Iglesia marcaban el eje civil y espiritual.

Aquella “Muy Noble y Leal Ciudad”, como la llamó la Corona española, fue durante siglos un nodo estratégico para las fundaciones posteriores de otras ciudades del norte y centro del país.

 


Territorio y poder: establecer los límites

En 1820, con la autonomía provincial, Santiago del Estero comienza a definir su territorio político y urbano. La Constitución Nacional de 1853 y su equivalente provincial de 1856 le dan un marco jurídico, y hacia 1880 se inician las primeras mensuras de tierras y ventas fiscales para financiar el Estado. El avance del ferrocarril y la legalización de tierras bajo riego comienzan a transformar la matriz económica y social de la región. En 1891, un puente ferroviario une por primera vez las márgenes del Dulce: Santiago del Estero y La Banda comienzan, sin saberlo, a entrelazar su destino urbano.

 


El tren y las chacras: los primeros signos del conurbano

La irrupción del ferrocarril no solo acorta distancias, también transforma geografías. La Banda —formalmente fundada en 1912— se convierte en un nodo ferroviario y productivo. Su crecimiento, ligado al parcelamiento de antiguas estancias, anticipa la conurbación con la capital. A partir de 1900 se trazan nuevas calles, se fundan villas, se crea la oficina de Catastro y se reglamentan los caminos rurales. Para 1927, el puente carretero Hipólito Yrigoyen termina de sellar la unión física entre ambas ciudades.

Santiago y La Banda ya no crecen por separado: lo hacen como un solo cuerpo en expansión, aún sin un plan común.

 

Del peronismo a la vivienda social: urbanizar con el Estado

Desde 1946, el impulso modernizador del peronismo suma nuevos barrios obreros, obras públicas y discursos sobre progreso. Pero es recién en las décadas de 1960 y 1970, con la crisis agroindustrial y el déficit habitacional, cuando el Estado toma un rol más activo. Nacen los planes de vivienda social, como el FONAVI, que marcarán la configuración del paisaje urbano santiagueño durante las décadas siguientes.

El problema: el crecimiento urbano sigue siendo desordenado, desigualmente regulado y con fuerte presencia de intereses privados en la producción del suelo.

Neoliberalismo, exclusión y ciudad fragmentada

Durante los años noventa, la ciudad entra en una nueva etapa. El auge del modelo neoliberal deja marcas profundas: privatizaciones, concentración económica y precarización social. La urbanización sigue, pero de forma dispersa y desigual. El crecimiento se orienta hacia el sur y el norte, siguiendo el eje del río Dulce. La tradicional ciudad compacta cede paso a una nueva configuración difusa, donde la pobreza y la riqueza habitan territorios cada vez más distantes entre sí.

Evolución del crecimiento urbano entre 1990 y 2010 



Archipiélagos urbanos: entre country y asentamiento

Desde 2015, el proceso de expansión adquiere una forma elocuente: la del archipiélago. Barrios cerrados de baja densidad conviven —a la distancia— con asentamientos informales sin servicios. Entre ambos, una ciudad cada vez más disgregada. En 2017, el 45,4 % de la población del aglomerado vivía por debajo de la línea de pobreza. Al mismo tiempo, nuevas urbanizaciones de élite comienzan a poblar la periferia sur, replicando modelos importados del Área Metropolitana de Buenos Aires.

 

Comparación de densidades y tipos de urbanización 

Una ciudad intermedia con problemas de ciudad grande

El caso del GSELB revela un patrón: los problemas de las grandes ciudades —segregación, fragmentación, desigualdad— se reproducen, con sus matices, en ciudades intermedias como esta. Lo hacen más tarde, sí, pero con igual profundidad. El crecimiento sin planificación, la influencia desigual del mercado inmobiliario y la retirada del Estado como regulador generan una ciudad partida, donde el lugar que se habita determina cada vez más la calidad de vida.

¿Cómo imaginar el futuro urbano?

Mirar hacia atrás, como hace este análisis, no es un ejercicio de nostalgia, sino una herramienta para el futuro. Entender cómo creció esta ciudad —entre decisiones estatales, oleadas migratorias y avances desiguales— permite pensar en nuevas formas de intervenir. Santiago del Estero-La Banda no necesita solo más urbanización, sino mejor urbanización: integradora, sostenible y con derecho a la ciudad para todos.

Fuente principal:

Bonardi, V. J. J. (2025). Ensamblando partes de la historia: la re-construcción urbana del Gran Santiago del Estero-La Banda, una ciudad intermedia del noroeste argentino. Estudios Socioterritoriales, 36(1), 33-54.https://doi.org/10.37838/unicen/est.36-1-102

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