Por Leyendas del Folclore Santiagueño
Un aglomerado que crece
a contramano del orden
En el corazón del noroeste argentino, entre el río Dulce y la
memoria de sus raíces rurales, el aglomerado Gran Santiago del Estero-La Banda
se expande. Lo hace de un modo particular: entre saltos históricos, avances
desiguales y tensiones territoriales. Esta ciudad intermedia, con más de
400.000 habitantes, no solo crece en población, sino que muta en su fisonomía,
desbordando límites fundacionales, alterando tramas y produciendo fragmentos
urbanos que, más que integrarse, se dispersan como archipiélagos en un mar de
contrastes.
De plaza y damero: los
orígenes fundacionales
La historia comienza en 1553, cuando Don Francisco de Aguirre
funda Santiago del Estero, la más antigua de las ciudades argentinas. Tras varios
traslados por las crecidas del río, en 1556 se asienta en su ubicación
definitiva, en lo que hoy es el Parque Aguirre. Su trazado original, simple y
funcional, respondía al clásico modelo colonial: una plaza central rodeada de
manzanas cuadradas, donde el Cabildo y la Iglesia marcaban el eje civil y
espiritual.
Aquella “Muy Noble y Leal Ciudad”, como la llamó la Corona
española, fue durante siglos un nodo estratégico para las fundaciones
posteriores de otras ciudades del norte y centro del país.
Territorio y poder: establecer los límites
En 1820, con la autonomía provincial, Santiago del Estero
comienza a definir su territorio político y urbano. La Constitución Nacional de
1853 y su equivalente provincial de 1856 le dan un marco jurídico, y hacia 1880
se inician las primeras mensuras de tierras y ventas fiscales para financiar el
Estado. El avance del ferrocarril y la legalización de tierras bajo riego
comienzan a transformar la matriz económica y social de la región. En 1891, un
puente ferroviario une por primera vez las márgenes del Dulce: Santiago del
Estero y La Banda comienzan, sin saberlo, a entrelazar su destino urbano.
El tren y las chacras: los primeros signos del conurbano
La irrupción del ferrocarril no solo acorta distancias,
también transforma geografías. La Banda —formalmente fundada en 1912— se convierte
en un nodo ferroviario y productivo. Su crecimiento, ligado al parcelamiento de
antiguas estancias, anticipa la conurbación con la capital. A partir de 1900 se
trazan nuevas calles, se fundan villas, se crea la oficina de Catastro y se
reglamentan los caminos rurales. Para 1927, el puente carretero Hipólito
Yrigoyen termina de sellar la unión física entre ambas ciudades.
Santiago y La Banda ya no crecen por separado: lo hacen como
un solo cuerpo en expansión, aún sin un plan común.
Del peronismo a la vivienda social: urbanizar con el Estado
Desde 1946, el impulso modernizador del peronismo suma nuevos
barrios obreros, obras públicas y discursos sobre progreso. Pero es recién en
las décadas de 1960 y 1970, con la crisis agroindustrial y el déficit
habitacional, cuando el Estado toma un rol más activo. Nacen los planes de
vivienda social, como el FONAVI, que marcarán la configuración del paisaje
urbano santiagueño durante las décadas siguientes.
El problema: el crecimiento urbano sigue siendo desordenado,
desigualmente regulado y con fuerte presencia de intereses privados en la
producción del suelo.
Neoliberalismo,
exclusión y ciudad fragmentada
Durante los años noventa, la ciudad entra en una nueva etapa.
El auge del modelo neoliberal deja marcas profundas: privatizaciones,
concentración económica y precarización social. La urbanización sigue, pero de
forma dispersa y desigual. El crecimiento se orienta hacia el sur y el norte,
siguiendo el eje del río Dulce. La tradicional ciudad compacta cede paso a una
nueva configuración difusa, donde la pobreza y la riqueza habitan territorios
cada vez más distantes entre sí.
Evolución del crecimiento urbano entre 1990 y 2010
Archipiélagos urbanos:
entre country y asentamiento
Desde 2015, el proceso de expansión adquiere una forma
elocuente: la del archipiélago. Barrios cerrados de baja densidad conviven —a
la distancia— con asentamientos informales sin servicios. Entre ambos, una
ciudad cada vez más disgregada. En 2017, el 45,4 % de la población del
aglomerado vivía por debajo de la línea de pobreza. Al mismo tiempo, nuevas
urbanizaciones de élite comienzan a poblar la periferia sur, replicando modelos
importados del Área Metropolitana de Buenos Aires.
Comparación de densidades y tipos de urbanización
Una ciudad intermedia
con problemas de ciudad grande
El caso del GSELB revela un patrón: los problemas de las
grandes ciudades —segregación, fragmentación, desigualdad— se reproducen, con
sus matices, en ciudades intermedias como esta. Lo hacen más tarde, sí, pero
con igual profundidad. El crecimiento sin planificación, la influencia desigual
del mercado inmobiliario y la retirada del Estado como regulador generan una
ciudad partida, donde el lugar que se habita determina cada vez más la calidad
de vida.
¿Cómo imaginar el
futuro urbano?
Mirar hacia atrás, como hace este análisis, no es un
ejercicio de nostalgia, sino una herramienta para el futuro. Entender cómo
creció esta ciudad —entre decisiones estatales, oleadas migratorias y avances
desiguales— permite pensar en nuevas formas de intervenir. Santiago del
Estero-La Banda no necesita solo más urbanización, sino mejor urbanización:
integradora, sostenible y con derecho a la ciudad para todos.
Fuente principal:
Bonardi, V. J. J. (2025). Ensamblando partes de la historia:
la re-construcción urbana del Gran Santiago del Estero-La Banda, una ciudad
intermedia del noroeste argentino. Estudios Socioterritoriales, 36(1), 33-54.https://doi.org/10.37838/unicen/est.36-1-102
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