La chacarera no es solo ese baile que nos hace vibrar en las peñas o en las fiestas populares. Es algo más profundo, ¿sabés? Es como un viejo álbum de foturas sonoras donde se mezclan risas, lágrimas y sudores de tres continentes. El documento que analizamos lo deja claro: ese ritmo que nos hace mover los pies tiene raíces africanas, específicamente de las tierras Níger-Congo y Bantú, con un toque árabe que llegó a Santiago del Estero por el Camino Real. Pero, la verdad es que esta historia muchas veces se ha escondido tras relatos que solo miran hacia Europa. Y es que, como bien dice el texto: "La música latinoamericana es el resultado de la fusión de tres culturas: la nativa, la europea y la negroafricana… eso es innegable" (p. 10).
Santiago del Estero: donde
las culturas se abrazan (y a veces se pelean)
Imaginate este lugar: fundado en 1553, el más antiguo de
Argentina, un cruce de caminos donde convivieron —no siempre en paz— pueblos
originarios como los tonokotés y sanavirones, africanos esclavizados y colonos
europeos. Ahí, en ese hervidero humano, nació algo nuevo. Para que te des una
idea, el censo de 1778 revela algo que muchos ignoran: ¡el 54% de la población
santiagueña era afrodescendiente! (p. 7). Hoy, lugares como Salavina o San
Félix guardan esas huellas. De hecho, en San Félix todavía se recuerda a Julián
del Rosario Guerra y Felipa Iramain, libertos del siglo XIX que dejaron una
marca imborrable (p. 59).
El ritmo que vino de
lejos (y se quedó para siempre)
¿Y cómo suena esa herencia? Fijate en la chacarera: esa
polirritmia que te hace bailar con un compás de 6/8 y otro de 3/4 superpuestos
no es casualidad. Viene de África, de ritmos como el "náñigo
afrocubano" de Nigeria (p. 10). Hasta el gran Domingo Cura lo dijo,
comparándolo con percusiones senegalesas: "Lo que tocaban era chacarera,
pibe, podrían ser músicos de Salavina" (p. 26). Y el bombo legüero, ese
que nos estremece, tiene primos lejanos en tambores como el dunumba o el
sangban (p. 45). Claro, después se mezcló con lo indígena y lo español, pero su
corazón late al ritmo africano.
La polémica que no
quiere callarse
Pero no todo es color de rosa. Algunos, como Carlos Vega,
insisten en que la chacarera nació de danzas europeas como la gallarda (p. 9).
El documento no se anda con vueltas al criticar esta idea: "Con la
cantidad comprobada de africanos que ingresaron al continente… es improbable
que su aporte cultural haya sido tan minúsculo" (p. 10). Y acá hay algo
más: esta discusión no es solo académica. Refleja prejuicios que, todavía hoy,
persisten en aulas y escenarios (p. 3).
Conclusión: un baile
que es bandera
Al final, la chacarera es más que música. Es memoria.
Resistencia. El documento nos recuerda que hoy hay "2 millones de
afrodescendientes en Argentina" (p. 74), y su legado suena fuerte en cada
zapateo. Como decía Alfredo Ábalos: "El swing de la música de Santiago
viene del negro" (p. 74). Reconocer esto no es solo hacer justicia
histórica; es celebrar que nuestro folklore lleva, en sus venas, un poco de
todo el mundo.
Fuentes:
Documento principal: El origen afro de la chacarera (ilide.info, pp. 1-78).
Censo de Vértiz (1778), citado en p. 7.
Domingo Cura, en palabras de Milton Blanco (p. 26).
Carlos Vega y su controversial teoría (p. 9), con crítica en
p. 10.
La próxima vez que escuches una chacarera, prestá atención.
Detrás de cada golpe de bombo hay un viaje de siglos, un grito de libertad y un
pueblo que, aunque algunos quisieran olvidarlo, sigue bailando.
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