Por Juan Carlos Carabajal
Jacinto tocó la puerta de mi casa una siesta candente de febrero, allá por 1985 ... o quizás fue en el ´86. Tenía pelo largo, un pantalón jogging de color naranja y el ánimo optimista. Y muchas ganas de escribir.
Dio la casualidad que el músico
atamisqueño Elpidio Herrera se encontraba pasando unos días en mi casa.
Estábamos junto a mi hijo Fabio -el resto de mi familia estaba en Jujuy- cuando
el músico/luthier nos alegró con su presencia.
Antes de esto, Elpidio ya me había
pasado con su sachaguitarra una melodía y me había dicho: "esto te manda
Jacinto para que le pongas letra".
Meses después, Jacinto y Peteco
fueron a verme a mi trabajo, en una oficina provincial adonde trabajé hasta el
año ´90. Llegaron a las apuradas a reclamarme la letra de la chacarera. La
letra no existía aún. Yo, en los inicios de mi tarea compositiva, no tenía la
dinámica adquirida mucho después.
Resulta que la cantante cordobesa
Suna Rocha estaba por grabar. Y les había pedido, para su disco, un tema a
Peteco y otro a Jacinto.
"Eh muchachos!!" -les
dije- "me faltan un par de estrofas, tenganme paciencia ... vengan mañana
y ya estará el tema completo". Nada de eso era cierto. Aún no había
comenzado mi trabajo, aunque ya tenía la idea (lo cual no es poca cosa en materia
de escritura). Eso sí, yo ya tenía pensado escribir sobre una leyenda popular,
de las tantas que existen en la memoria colectiva santiagueña.
Apenas se fueron, intenté sentarme
a escribir en la oficina. Sorprendidos, mis compañeros no salían del asombro
por haber visto a los dos músicos. No
era común ver en persona a figuras tan importantes en pleno ascenso hacia la
popularidad de los escenarios.
Mis compañeros, lejos de ayudarme con el silencio, se amontonaban con el ánimo de darme ideas. Ante esto, busqué la tranquilidad de un depósito donde se amontonaban viejos archivos. Ahí hice la letra, esa misma mañana, sin interrupciones y de un tirón.
Cuando vinieron los dos muchachos
al día siguiente, ya con el alivio de la tarea cumplida, les entregué el papel
con la letra de Hermano Kakuy.
Como final de la historia, Suna
eligió para su disco Perfume de carnaval y dejó de lado la chacarera, que
debutó en el disco Transmisión huaucke, editado por el sello independiente
Confluencia, en uno de los más logrados trabajos de la historia del foklore
nacional pues sintetiza un espíritu tradicional con otro mucho más
contemporáneo.
Transmisión huaucke es una muestra
de lo que los changos recogieron en su andar por el mundo, por la gran ciudad,
de haber alternado con otros estilos (recordemos que Jacinto también participó
en bandas de rock) y de haber tocado con gente como Chango Farías Gómez, Mono
Inzaurralde y Verónica Condomí en aquel interesante proyecto denominado MPA.
Para finalizar, quiero destacar al
recordado Rafael Touriño Cantos y al querido Jorge Juan, cuyos trabajos
ilustran esta nota. Las fotos del memorable disco fueron sacadas en Vuelta de
la Barranca, a poca distancia de la capital santiagueña.
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