viernes, 11 de julio de 2025

Parque Nacional Copo: promesa de conservación, realidad en jaque

 


"El Impenetrable ya no es lo que era", suspira José Vicente Pérez, hijo de un antiguo hachero y ahora poblador del Parque Nacional Copo (PN Copo). Su voz resume una paradoja: este rincón semiárido de Santiago del Estero, creado en 2000 para salvaguardar uno de los últimos bosques maduros del Chaco, enfrenta amenazas que podrían vaciarlo de sus especies más icónicas, como el yaguareté y el tatú carreta. Con 118.119 hectáreas, el PN Copo es un laboratorio vivo donde conviven quebrachos centenarios, paleocauces del Río Juramento y culturas criollas arraigadas en los obrajes madereros. Pero, ¿logra cumplir su promesa de conservación?

Historia de creación y marco legal

El PN Copo nació de una larga gestión. En 1968, Santiago del Estero declaró la zona "Reserva Natural Integral", pero fue recién en 1998 cuando un convenio entre la provincia y la Administración de Parques Nacionales (APN) impulsó su transformación en parque nacional, formalizada por la Ley 25.366 en 2000. "El objetivo era frenar la degradación del Chaco semiárido, una de las ecorregiones más amenazadas de Argentina", explica el informe del Plan de Gestión 2019-2028.

Sin embargo, el documento revela contradicciones: aunque la ley de creación no especificaba objetivos, el primer Plan de Manejo (2006) los definió tardíamente. Además, evaluaciones internas admiten que solo el 18% de los proyectos de ese plan se ejecutaron completamente.

Objetivos de conservación: metas vs. realidad

La misión del parque suena ambiciosa: proteger muestras del Chaco semiárido, promover investigación y generar beneficios sociales. Entre sus metas específicas, destacan la recuperación de áreas degradadas y la protección de especies clave como el quebracho colorado y el pecarí quimilero.

Pero el diagnóstico es crudo. "El 67% de los proyectos se ejecutaron de forma parcial o no se iniciaron", señala el Plan. Un ejemplo: aunque se priorizaba la recuperación de pastizales, los paleocauces —hábitat crítico para aves como el suri— siguen arbustizándose por falta de manejo activo.

Ubicación y rasgos biofísicos: un mosaico único

Ubicado entre los 25º y 26º de latitud sur, el PN Copo es una planicie de bosques secos surcada por paleocauces del antiguo Río Juramento. Su clima semiárido (654 mm anuales de lluvia) y suelos arenosos moldean un ecosistema frágil. "Aquí no hay ríos, solo represas hechas por el hombre. El agua es un bien escaso", advierte el guardaparque Ricardo Pérez.

 

La geomorfología divide el paisaje en tres unidades:

Paleocauces: "caños" con pastizales de Elionurus muticus o arbustales de Acacia aroma.

Paleoalbardones: bosques de quebracho colorado y blanco.

Interfluvios: zonas planas con suelos erosionables.

Patrimonio natural: especies bajo presión

El PN Copo alberga 197 especies de aves, 50 de mamíferos y 31 de reptiles, pero su verdadero valor son sus poblaciones de fauna amenazada:

Pecarí quimilero (Catagonus wagneri): endémico del Chaco y "En Peligro". "Es el único parque nacional que lo protege junto con la Reserva Formosa", destaca la bióloga Verónica Quiroga.

Tatú carreta (Priodontes maximus): sus madrigueras son refugio para otras especies, pero su caza persiste.

Yaguareté (Panthera onca): "Era común hasta hace 15 años; hoy solo quedan registros esporádicos", lamenta Quiroga.

La vegetación no escapa a las amenazas. Los quebrachales sufrieron tala intensiva hasta los años 50, y el ganado frena la regeneración: "Los renovales son comidos y quedan como bonsáis", describe el informe.

Patrimonio cultural: saberes que se desvanecen

Los pobladores rurales, descendientes de hacheros, son custodios de tradiciones como la "marcada" de ganado o el uso medicinal de plantas. Pero su cultura se erosiona. "Los jóvenes migran a las ciudades y se pierden saberes", dice José Mercedes Pérez, conocido como "Don Boni".

El parque también guarda huellas arqueológicas —como los "pozos indios"— y restos de obrajes madereros. Sin embargo, el Plan admite que no hay recursos para preservarlos: "Solo cinco sitios están registrados, y algunos están en riesgo por la colmatación".

Un legado en jaque

El PN Copo es un faro de conservación en el Chaco, pero su futuro pende de un hilo. La caza furtiva, los incendios y la presión ganadera ponen en riesgo sus especies emblemáticas. Mientras, las comunidades locales ven cómo su modo de vida se transforma.

"Sin más guardaparques y financiamiento, solo quedará el nombre de 'parque'", advierte Arturo Bales, intendente del área. Su frase resume el desafío: proteger este rincón del Impenetrable requiere no solo leyes, sino acciones concretas. El tiempo corre, y con él, la sombra de un Chaco vaciado.

Fuentes: Plan de Gestión del Parque Nacional Copo 2019-2028 (APN), testimonios de actores clave y datos científicos citados en el documento.

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