Sumamao es una antigua población santiagueña situada en los términos del Dto. San Martín (1). Sumamao era el "habitat" de una parcialidad de indios, cuyos últimos sobrevivientes alcanzaron el siglo XIX. Sumamao es hoy sólo un lugar donde se celebran interesantes fiestas religiosas, convocando, la del mes de diciembre, sobre todo, gruesas multitudes. 1
Este pueblo debió ser muy hermoso. Estaba emplazado sobre el
Río Dulce y sus aguas fertilizarían la tierra, y en ella los indios cosecharían
copiosamente. Un bosque inmenso formariale un cíngulo de misterio y lo
protegería de los vientos y de la incursión de las tribus extrañas. Y la vida
en él transcurriría quieta y sosegada. ¿Por qué no habrían de llamarle,
entonces, "Sumamao" que, según algunos autores quiere decir:
"pueblo lindo"?
Pero llegaron los españoles y se adueñaron de él. No sólo de
sus tierras, sino de los indios que la habitaban. Y constituyeron una
encomienda, una de las tantas en que se dividió la población aborigen de la que
fue luego provincia de Santiago del Estero. Y empieza el largo padecer de estos
pueblos.
Uno de los primeros encomenderos de Sumamao fué el Sargento
Mayor D. Luis de Figueroa y Mendoza, casado con Doña Catalina Gutiérrez de
Toranzos. Le sucedió su hijo D. Luis, y en 1685 su madre, viuda ya, que ejercía
su tutela, retiraba al ad- ministrador de dicha encomienda, el Capitán D.
Bernardo Pérez Palavecino y lo substituía con el Capitán D. Juan Castañe
Becerra.
Es la noticia documental más antigua que se conoce. Pero, sin
duda, el pueblo de Sumamao sería conocido por los conquistadores y de él se
beneficiarían algunos de los primeros expedicionarios. Luego, en el transcurso
del siglo XVII, iría pasando de un encomendero a otro, hasta que finalizado
dicho siglo, Sumamao aparece en 1717 como dependencia del curato de Tuama.
He leído en el Archivo la información de 1729 en que figuran
conjuntamente los pueblos de Ovejero y Sumamaq.
Por esta fecha era encomendero de Sumamao D. Alonso de Frías,
abuelo del célebre jesuíta santiagueño del mismo nombre. D. Alonso era Maestre
de Campo y Capitán en 1740 y en el mismo año se le nombra Protector de Indios.
En 1731 el Capitán D. Joseph de Aguirre publica un bando
sobre la suspensión de una expedición punitiva contra los indios, cuya parte
inicial decía:
"En este pueblo de Sumamao, en diez y nueve de agosto de
mil sett y treynta y un, yo el capn Lorenzo Saavedra en cumplimto del que se
manda por el horden de arriba hize publicar y publiqué el bando de la otra foja
a son de caja de guerra".
¿Habríanse levantado los indios contra el poder despótico del
español? ¿Habrían desertado a los montes para unirse a las tribus indómitas y
caer como un alúd sobre las poblaciones indígenas al servicio de España?
Entonces, ¿Por qué el Teniente de Gobernador D. Joseph.de Aguirre ordena la
suspensión de las hostilidades contra ellos? ¿No habrá intervenido el protector
de los naturales este D. Alonso de Frías de que he hablado? ¿No sería él quien
indujera a deponer las armas y a los indios a volver a Sumamao?
En 1742, este pueblo debió pertenecer a la Real Corona, pues,
el Mtre de Campo D. Joseph de Castellanos, Alférez Real y Gobernador de Armas
de la Ciudad de Sgo. del Estero, se decía adininistrador de los indios de
Sumamao. Habríanse excedido los encomenderos en su inhumano trato y el gobierno
civil y militar habría resuelto intervenir para evitar, males mayores. Sumamao,
de este modo y por estas razones, habría dejado de ser una encomienda para
transformarse en una administración directa del Gobierno. Pero lo que no sabremos
es si dicho pueblo se habría o no beneficiado con el cambio. Lo cierto es que
continuó sumido en el marasmo por mucho tiempo y de él no se supo; más, hasta
1791 en que su nombre aparece en un informe sobre el Real Hospital de Santiago
como colindante de la estancia de Cancinos, que pertenecía a dicho Hospital,
salvo la noticia de que en 1749 era cura interino de Sumamao el Dr. D. Joseph
Baltazar de Islas.
Ha concluido el siglo
XVIII.
En 27 de junio de 1816 el Cabildo de Santiago, para sufragar
los gastos que origina la representación al Congreso, arbitró el recurso de
arrendar los II pueblos llamados de indios, entre los cuales se encuentra
Sumamao. En 1859, el curato de Sumamao pertenecía a la parroquia de Silípica
conjuntamente con Manogasta, Teyuyo, Tuama y La Punta de Maquijata. En Sumamao
se celebran al año tres festividades religiosas. Una, en el mes de Junio, en
honor del Corazón de Jesús; otra, en Septiembre, de la Virgen de las Mercedes
y, por fin, la de San Esteban, en el mes de Diciembre, que es la que arrastra
tras de sí verdaderas multitudes.
La imagen de San Esteban, llamada de "San Esteban
Chico" es pequeña. La Imagen está vestida de rojo, y perteneció
originariamente a la señora Doña Mercedes Chaparro de Zurita, a mediados del
siglo XVIII, bisabuela del propietario actual, D. Francisco Juárez, de más de
60 años, que vive en la localidad de Maco con el Santo.
Desde este lugar del Dto. Capital sale la procesión hacia
Sumamao, distante 12 leguas. Esta procesión es reducida. Esta procesión está
formada por una veintena de promesantes y fa- miliares del dueño de San
Esteban. Esta procesión recorre a pie la distancia entre el polvo de los
caminos, bajo un sol inclemente y se acompaña con música de bombo, violín y
corneta, banderas rojas y gallardetes del mismo color.
La víspera de la partida, por la noche, se efectúa un gran
baile en la casa de D. Francisco. Es el 20 de Diciembre. En el ruedo de la
fiesta se ven rostros campesinos, luces chisporroteantes de velas encendidas en
honor del Santo.
Se escuchan los sones de la música, el estampido de los
cohetes y entre los gritos, las risas, los aplausos se ven las sombras de los
cuerpos que giran con la música de la danza. Al despuntar el alba, la procesión
"arranca". Allá va el séquito que acompaña al Santo. Pronto se pierde
en la lejanía. Apenas se escuchan los golpes adumbrados del bombo, y de vez en
cuando, algún disparo de fusil, o el crepitar de los "estruendos" que
se queman en honor de la imagen. La procesión sigue y mientras marcha, los componentes
del séquito beben y cantan canciones profanas -pués no se admiten rezos para el
Santo Pronto llegan a la casa de Escolástico Zurita en Santa María, donde
"hacen noche" con bailes y libaciones.
Al rayar el día empieza la segunda jornada, que tiene por
meta la capilla de Silípica, donde se deposita la imagen, mientras los
acompañantes almuerzan y descansan.
Por fin, el día 25 llegan a Sumamao después de efectuar otras
escalas. Y son recibidos por la población que se agolpa a la orilla del río.
La imagen es depositada en una casa de propiedad del Santo,
que posee de tiempos inmemoriales por legado de D. Dámaso Beltrán y allí se
baila, obsequiándose a la concurrencia con aloja, mate, café, y bebidas que se
adquieren con la limosna del Santo. Me han contado algunas leyendas. Cerca de
Sumamao aparecía, hasta no hace muchos años la "madre del río". Dicen
que era una hermosa mujer blanca de largos cabellos rubios como el oro, que
aparecía sentada en la primera ola de la crecida, peinándose unas veces, con
las espinas del pescado, y otras, con un gajo de "ulúa". Algunos
agregan que esta aparición tiene cola de pescado y se asemeja a la clásica
leyenda de la sirena de los mares. En las claras noches de luna aparecería para
dejar el rastro que han de seguir las aguas del río en sus desbordes. Esta
leyenda es semejante a la de la teogonía, quíchua o diaguita, de la "yacu
maman" que creía en una diosa menor madre del agua, que guardaba en
tinajas la lluvia del cielo.
Me han contado que en el año 1865 fué fusilado en Sumamao
Andrés Alvarado por la sublevación de La Viuda, lugar donde había llegado los
contingentes santiagueños y tucumanos que iban a la guerra del Paraguay.
Ejecutó dicha sentencia el Comandante D. Antonio María Santillán. Me han
señala- do el lugar de la ejecución y me ha parecido ver al reo tendido en la
tierra, sobre un gran charco de sangre, y a la población, aterrada, compungida,
en torno, mientras la campana de la ca- pilla doblaba a muerte, lentamente. Me
han contado también algunos pormenores del Santo. San Esteban Chico es un Santo
alegre, que no gusta entrar a la iglesia de Sumamao, porque tiene casa propia,
y que tampoco admite rezos, ni plegarias. Viste de rojo y se place en presidir
las fiestas orgiásticas y populares.
Según la tradición religiosa, San Esteban Chico es el niño
que al nacer Jesús fué con la buena nueva a los pastores, sien- do tomado en el
trayecto por una tormenta de piedras, algunas de las cuales recogió en sus
manos. Por esta razón le asignan el patronazgo de las lluvias y dicen de él que
nunca salió en andas sin cambios de tiempo, lloviznas o aguaceros. Me han dicho
también que en épocas de los diezmos y primicias se acostumbraba regalar al
Santo los mejores frutos, huevos y cereales. Algo de estas viejas costumbres
recuerdan las ofrendas que todavía le hacen, ofrendas de roscas y rosquillas de
que participan los concurrentes o romeros. El 26 de Diciembre son las fiestas
de Sumamao. Consisten en la "carrera de indios" y el "viva de
los alfereces".
A mediodía, los "corredores", vestidos de rojo y
acompañados por unos jinetes que tocan largas cornetas de caña con un cuerno en
el extremo, salen de una población vecina, llamada Los Gallegos, distante del
lugar 2 leguas, distancia que recorren a la carrera. Antes de partir, hincados
de rodillas han de besar una cruz que hacen en el suelo, ceremonia que llaman
la "adoración de la tierra". Al llegar, se postran ante la imagen de
San Esteban, sudorosos y cansados para tomar gracia. De inmediato, son sajados
en las venas de las piernas. Las carreras se ofrecen como el cumplimiento de
una promesa y la sangre vertida como una ofrenda. Luego, se realiza la
ceremonia de los "vivas", que consiste en recorrer a caballo por
abajo de unos arcos florales que los "alfereces" han levantado en
honor del Santo, llenándolos de roscas y golosinas. Los "vivadores"
se disputan estas ofrendas entre gritos y alaridos.
En 1885, el curato de Sumamao tenía tres capillas. En la
misma época pertenecía al Dto. Silípica, y era uno de los seis distritos en que
se dividía.
Hoy Sumamao, es un pequeño poblacho terroso, perdido entre
breñales, sumido en el silencio, a tras mano de toda necesidad, de toda
urgencia, envuelto en el recuerdo de la leyenda, arrebujado de soledad y tedio,
empobrecido, miserable, abandonado, que despierta sólo un día por año, cuando
San Esteban hace su aparición en andas de la fe, con su figura diminuta y su
parva protección, pero lleno de esperanza y de alegría, con el vestidito rojo y
la lluvia que inunda los campos.
1)-Según el Padrón de indios de 1786 se encontraba a 4 leguas
y ½ al S. E. de Manogasta. Poseía 10 indios tributarios, 5 ausentes, 7 próximos
y 17 niños.
Fuente: Libro: Viejos Pueblos, Orestes Di Lullo
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