Bajo la apacible superficie del Río Dulce, un secreto milenario late en el corazón de Santiago del Estero. Las Termas de Río Hondo, una ciudad que floreció alrededor de un manantial de vida y bienestar, hoy se enfrenta al dilema de su propia prosperidad: ¿cómo preservar la esencia de un paraíso hidrotermal frente a las exigencias del desarrollo turístico? Este es el viaje a un destino donde el agua no solo cura, sino que también cuenta la historia de una comunidad y su lucha por un futuro sostenible.
En el vasto lienzo geográfico de Argentina, hay lugares que
emergen con una singularidad casi mágica. Las Termas de Río Hondo es, sin duda,
uno de ellos. No es solo una ciudad; es un santuario construido sobre un regalo
ancestral de la tierra: aguas termales cuyas propiedades, curativas y
reconfortantes, han moldeado su destino, su economía y la vida de sus
habitantes. Este rincón de Santiago del Estero, cobijado por la naturaleza, se
ha convertido en un epicentro del turismo de bienestar, atrayendo a miles de
almas en busca de salud y sosiego. Pero detrás de la promesa de la eterna
juventud y la vibrante actividad turística, se esconde una narrativa más
compleja, una que habla de la delicada danza entre la explotación de un recurso
invaluable y la urgente necesidad de su preservación. En este relato,
desvelaremos la historia, la geografía y los desafíos que definen a esta joya
termal, explorando cómo su pasado glorioso se entrelaza con un futuro incierto,
donde cada gota de agua es un testimonio de su identidad.
El Nacimiento de un
Paraíso: Cuando la Naturaleza se Socializa
Para comprender Las Termas de Río Hondo, es fundamental
abrazar una concepción moderna del espacio geográfico, una que entiende la
naturaleza no como un telón de fondo inmutable, sino como una "naturaleza
social" o "socializada" (Santos, 1990). En este enfoque, el
ambiente físico se convierte en un componente intrínseco de una problemática
social, transformado por los "procesos de apropiación y transformación"
del territorio. Y pocas ciudades ejemplifican esta interacción tan íntima como
Las Termas.
Ubicada en la margen izquierda del Río Dulce, a pocos
kilómetros del imponente Embalse de Río Hondo, la ciudad se asienta en la
bajada de piedemonte del sistema de Aconquija. Esta singular ubicación le
confiere una topografía suavemente ondulada, sobre la cual la trama urbana se
ha adaptado, creando un paisaje con una fisonomía muy particular. Con una
población que supera los 28.000 habitantes, Las Termas es la tercera urbe más
importante de la provincia de Santiago del Estero, un testimonio palpable de
cómo un recurso natural puede catalizar un desarrollo urbano significativo.
Desde el punto de vista funcional, la ciudad se ha erigido
como un centro intermedio de servicios para la provincia, actuando como
cabecera del departamento de Río Hondo. Aquí se concentran funciones
administrativas, comerciales, de salud y educación. Sin embargo, su verdadera
vocación, su latido más fuerte, proviene del turismo. Su posición estratégica
es clave: a la vera de la Ruta Nacional Nº 9, se posiciona como un nudo vital,
un cruce de caminos entre la llanura pampeana y el ambiente montañoso del
oeste. Esta encrucijada no solo facilita el acceso desde las principales
ciudades del noroeste argentino, sino que le otorga el prestigioso papel de
"portal" a los circuitos turísticos de toda la región (NOA), como se
ilustra en el mapa de localización.
Pero el alma de su oferta turística, aquello que la distingue
y la hace única, son sus aguas termales. El origen de estas aguas se remonta al
emplazamiento de la ciudad en la bajada del piedemonte del sistema de
Aconquija. En estas sierras, una vasta red de acuíferos confinados se alimenta
constantemente, dotando a sus aguas de propiedades físico-químicas excepcionales
que las elevan a la categoría de recurso turístico de excelencia. No es
exagerado afirmar que el descubrimiento y, más tarde, el aprovechamiento
balneoterapéutico de estas aguas fueron el motor que impulsó el crecimiento
exponencial de la ciudad. La instalación de una infraestructura turística
robusta, especialmente orientada a la salud, transformó este rincón geográfico
en un espacio urbano forjado alrededor del “consumo de la naturaleza”, aunque,
lamentablemente, a menudo sin un criterio racional de uso.
Hoy, Las Termas de Río Hondo es un imán para importantes
flujos turísticos, atraídos primordialmente por el balneoterapia. La prueba de
ello son los más de 5.000 pozos surgentes y semisurgentes distribuidos por el
espacio urbano y una impresionante concentración hotelera que subraya la vital
importancia del turismo. Esta industria, a su vez, ha generado un abanico de
otras actividades económicas, tejiendo una red compleja de interdependencias.
Sin embargo, el objetivo central de este análisis es ir más allá de la
superficie: examinar cómo este recurso hidrotermal, un factor clave de
desarrollo, también enfrenta la amenaza de la sobreexplotación y el impacto que
esta ejerce sobre la dinámica urbana y el futuro de la ciudad.
El Latido Subterráneo:
La Anatomía del Recurso Hidrotermal
Para apreciar plenamente el valor y la vulnerabilidad de Las
Termas, debemos sumergirnos en las profundidades de su geología. La ciudad se
asienta sobre un entramado de acuíferos cuya existencia es un prodigio de la
naturaleza. Estos acuíferos se nutren desde la bajada de piedemonte del sistema
de Aconquija, donde una extensa red de aguas subterráneas fluye con una
pendiente general de noroeste a sureste hacia la zona de estudio. La magia de
estas aguas radica en su confinamiento, una condición geológica crucial
generada por dos fallas principales: la de las sierras de Guasayán al sudoeste
y la fractura del Río Dulce al sudeste. Este control estructural dota al
sistema de una permeabilidad secundaria, producto de la fractura local del
subsuelo.
El paquete sedimentario que alberga estas aguas termales está
compuesto principalmente por una arenisca de granulometría mediana a fina, con
intercalaciones de arena, una formación geológica que data del Plioceno. La
permeabilidad de este sistema confinado es tanto primaria, debido a la
porosidad de las areniscas, como secundaria, originada por las fracturas
locales. Este paquete, con un espesor aproximado de 300 metros, intercala capas
de arcillas incoherentes y compactas que actúan como confinantes, creando una
serie de acuíferos. Los niveles principales de explotación se ubican entre los
180 y 220 metros de profundidad.
Las Termas explota un tipo de acuífero conocido como
"digitado", una morfología que surge precisamente del confinamiento
ejercido por estas capas de arcilla compacta. La parte superior de este
confinamiento se encuentra a más de 180 metros de profundidad, formada por una
arcilla roja del Plioceno, mientras que la inferior, a 230 metros, está
compuesta por una formación de arcilla verde del Mioceno. Estas condiciones
geoestructurales han dado lugar a la existencia de seis acuíferos
diferenciados, cada uno con distintas profundidades y, consecuentemente, con
diversas propiedades físicas y químicas. Los tres acuíferos más profundos, por
ejemplo, son de aguas saladas y registran temperaturas que oscilan entre los
48°C y los 57°C. Según los valores térmicos que alcanzan, las aguas de Las
Termas se clasifican como mesotermales, situándose en un rango ideal para el
balneoterapia (ver tabla de la Figura 2).
Pero, ¿de dónde viene toda esta riqueza hídrica? La zona de
recarga de estos acuíferos termales se ubica en dos cuencas principales:
"Los Sosa" y "Lules". Estas cuencas, con una superficie
aproximada de 1.200 km², se encuentran en un clima Subtropical Serrano y gozan
de un aporte pluviométrico anual de 3.200 mm. La combinación de estos factores
climáticos y la vasta superficie de captación genera una infiltración general
de agua que supera los 400 Hm³ anuales. Es este vasto volumen el que,
eventualmente, alimenta los acuíferos que yacen bajo Las Termas de Río Hondo
(Instituto Miguel Lillo, 2005).
La Balneoterapia: La
Ciencia del Bienestar y el Auge Turístico
El recurso hidrotermal de Las Termas no es solo un fenómeno
geológico; es, sobre todo, el pilar de una disciplina que ha ganado una
relevancia global: la balneoterapia. En la actualidad, la cura termal ha
trascendido de ser un remedio popular a un sistema terapéutico reconocido.
Tanto así, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incorporado el
Termalismo como Medicina Complementaria, validando su rol en el bienestar
humano. Los especialistas coinciden en que las aguas termales actúan de dos
maneras fundamentales: a través de su composición química y mediante sus
propiedades físicas, como la densidad, la presión hidrostática y, crucialmente,
la temperatura.
Las aguas de Las Termas de Río Hondo son mesotermales, con
temperaturas que oscilan entre los 30 y 50 grados centígrados, y poseen una
mineralización y radiactividad moderadas. Su composición es especialmente rica:
alcalina-bicarbonatada-clorosulfatada-ferruginosa. Contienen una diversidad de
elementos como hierro, sodio, fósforo, yodo, arsénico, flúor y bromo, todos
ellos en estado iónico. Este estado iónico es lo que confiere a las aguas una
poderosa carga de electricidad radiactiva, una energía sutil pero profunda.
Este cóctel natural es el fundamento de la crenoterapia, el
tratamiento que implica la absorción de estos minerales por la piel. En
pequeñas concentraciones, estos elementos se depositan en el tejido celular
subcutáneo, irrigado por los vasos linfáticos, capilares sanguíneos,
terminaciones nerviosas y glándulas sudoríparas. Al activarse, los minerales
desencadenan una respuesta en el metabolismo orgánico a través del eje
hipotálamo-suprarrenal, contribuyendo a la restauración del equilibrio del
cuerpo. Además, las terapias se complementan con elementos como algas y fango,
que también forman parte del ecosistema termal.
Más allá de cualquier debate científico o postura médica, la
realidad es que estas aguas termales, con sus singulares propiedades físicas y
químicas, constituyen el principal atractivo de Las Termas de Río Hondo, tanto
a nivel nacional como internacional. La ciudad recibe importantes flujos
turísticos motivados por la balneoterapia y por un clima agradable. Para
responder a esta demanda creciente, se ha desarrollado una infraestructura de
turismo de salud de gran envergadura, que incluye hoteles de diversas
categorías, centros médicos termales, salas de kinesiología, fisioterapia y,
más recientemente, modernos Spas. Estos centros de tratamiento integral
combinan elementos naturales –como las aguas termales, microalgas y fango– con
técnicas artificiales no invasivas, ofreciendo una experiencia de bienestar holística.
No es exagerado afirmar que Las Termas de Río Hondo se ha
consolidado como uno de los centros turísticos vinculados a la balneoterapia
más importantes de Argentina y, sin duda, uno de los más significativos de
Sudamérica, gracias a su extensa infraestructura de servicios orientados al
turismo de salud.
La Maquinaria Turística
y sus Ciclos: Prosperidad y Vulnerabilidad
El modelo de balneoterapia en Las Termas no es casualidad; es
un programa meticulosamente diseñado. Los tratamientos implican baños de
inmersión que requieren una cantidad, temperatura y tiempo de duración
adecuados. La norma general sugiere entre uno y tres baños diarios. Y aquí
reside una de las particularidades de la infraestructura local: cada hotel, en
sus diversas categorías, dispone de baños privados en sus habitaciones,
equipados con bañeras de dimensiones promedio que pueden cargar hasta 630
litros de agua. Si consideramos una habitación doble para un tratamiento
balneoterapéutico de dos personas, se requeriría llenar la bañera hasta seis
veces al día.
Con estos datos, la estimación del consumo total de agua
termal por temporada es asombrosa: 1.632.960.000 litros, lo que equivale a un
promedio de 2 Hm³ por temporada. Esta cifra se calcula considerando 180
alojamientos con veinte habitaciones dobles en promedio y 120 días de servicio
durante la temporada alta. De hecho, el segundo cuatrimestre del año (mayo a
agosto) concentra aproximadamente el 80% del consumo anual, mientras que, en el
primer cuatrimestre, los valores descienden drásticamente, con un promedio de
apenas 0,11 Hm³. Este análisis, que abarca un período de 23 años (1975, 1985 y
1998), revela una tendencia preocupante: el consumo de agua termal aumenta año
tras año, y los registros más altos se repiten de forma recurrente durante el
segundo cuatrimestre.
Esta intensa explotación se traduce en una impresionante
infraestructura turística. Las Termas de Río Hondo cuenta con una vasta red de
hoteles complementada por campings a la vera del Río Dulce. Un relevamiento de
2005 identificó 132 centros de recepción de turistas. A esto se suman las casas
y departamentos en alquiler, opciones importantes cuando la capacidad hotelera
se ve superada. En total, la ciudad ofrece más de 14.000 plazas de alojamiento.
La distribución territorial de los hoteles es notable: una gran concentración
en el Barrio Centro, en un área de menos de 30 hectáreas, con una densidad
media de casi 3 hoteles por hectárea, llegando a superar los siete hoteles por
manzana en algunos bloques.
La llegada del invierno transforma a Las Termas. La ciudad,
que durante gran parte del año mantiene un ritmo pausado, se dinamiza con un
gran incremento de personas, entre turistas, comerciantes y trabajadores. La
mayoría de los visitantes provienen de la provincia de Buenos Aires (más del
50% del total), seguida por Córdoba (12,3%), Tucumán (8,6%), Santa Fe (7,4%) y
Mendoza (5%). Un 7% adicional proviene del NOA, incluyendo Santiago del Estero.
Las motivaciones de los turistas son diversas (Figura 6). Un
alto porcentaje (generalmente mayores de 60 años) busca en Las Termas un centro
termal, un clima tranquilo y la paz que ofrece el lugar, prefiriendo el
alojamiento hotelero. Por otro lado, un segmento más joven (menores de 40
años), aunque menos numeroso (menos del 40%), tiene otras motivaciones y opta
por campings, alquiler de casas o visitas de un solo día. Se estima que, por
temporada, llegan unos 150.000 turistas. Sin embargo, la gran concentración de
flujos se da entre julio y agosto (temporada alta), y en junio y septiembre
(temporada media). El resto del año, la actividad turística es prácticamente
nula.
Esta estacionalidad tiene un impacto directo en la economía
local. Durante la temporada alta, más de 1.000 locales comerciales de todos los
rubros, incluyendo artesanías y regalos, abren sus puertas. Las fábricas de
alfajores y dulces regionales se convierten en atracciones, con sus productos
elaborados a la vista del turista. Los artesanos locales ofrecen cestería,
alfarería y grabados en madera. El Barrio Centro, en particular, se transforma
con negocios orientados al turismo invernal. Sin embargo, fuera de esta zona,
el comercio atiende principalmente a la demanda local. La cruda realidad es
que, terminada la temporada, un alto porcentaje de locales (más del 80%) y
hoteles cierran sus puertas durante más de seis meses.
Las Golondrinas del
Turismo: Un Retrato de Precariedad Laboral
El dinamismo del turismo en Las Termas de Río Hondo es una
espada de doble filo, especialmente para sus trabajadores. La condición laboral
en este sector es, en gran medida, precaria e inestable. Un alarmante 82,5% de
los trabajadores vinculados al turismo tienen empleo transitorio, mientras que
solo el 17,5% disfruta de un trabajo permanente. Estos últimos suelen ser
empleados de fábricas de alfajores o de hoteles que permanecen abiertos todo el
año.
La situación se agrava al finalizar la temporada turística.
Un alto porcentaje de trabajadores, a menudo jóvenes entre 18 y 25 años, se ven
obligados a emigrar. Son los llamados trabajadores "golondrinas", que
parten hacia la costa atlántica para la temporada de verano. Provienen tanto de
la ciudad de Las Termas como de localidades cercanas del departamento Río
Hondo, como Colonia Tinco, Pozuelos o Vinará. Este fenómeno, repetido año tras
año, es un recordatorio constante de la fragilidad del modelo económico y
social. Entre quienes no migran, se encuentra un alto porcentaje de mujeres,
muchas de las cuales subsisten como artesanas de la cestería, tejiendo con sus
manos una parte de la identidad cultural y económica de la región. La
estacionalidad del turismo, si bien trae prosperidad por un período, deja tras
de sí una estela de incertidumbre y desarraigo para una parte significativa de
la población local, un costo social a menudo invisibilizado por el brillo de la
temporada alta.
La Sobrecarga del
Paraíso: Cuando el Recurso Sufre
La paradoja central de Las Termas de Río Hondo es que el
mismo recurso que le dio vida y prosperidad, ahora se encuentra bajo una
presión insostenible. La explotación del agua termal, que se realiza mediante
más de 5.000 perforaciones con profundidades que oscilan entre 50 y 300 metros,
es generalizada. Lo inusual de Las Termas es que no se trata de un gran centro
termal con un único pozo surgente, sino de una ciudad donde prácticamente cada
hotel y casa de familia tiene acceso directo al agua termal.
Esta particularidad, que otrora fue una ventaja, se ha
convertido en un riesgo. La explotación se intensifica drásticamente entre mayo
y septiembre, con un pico durante junio, julio y agosto, coincidiendo con la
temporada alta de turismo. Durante estos meses, el bombeo simultáneo de todos
los pozos de hoteles, residenciales, clínicas terapéuticas y viviendas
particulares genera una demanda sin precedentes.
El resultado es un marcado descenso en los niveles
piezométricos dinámicos del sistema acuífero. Esta disminución se debe a la
reducida superficie de explotación y a la escasa distancia entre los pozos,
especialmente en la zona de mayor concentración hotelera. La interferencia en
los conos de depresión y la disminución de los niveles de presión de los
acuíferos son consecuencias directas de esta práctica. Estudios realizados para
determinar la presión en el acuífero termal, comparando datos de pozos-muestra
de 1975 y 1998, revelaron un descenso sostenido de los niveles piezométricos
(Figura 3). Muchos pozos que antes tenían surgencia natural, es decir, el agua
brotaba por sí sola, ahora han pasado a niveles de semisurgencia o requieren
bombeo, una señal inequívoca de la sobreexplotación.
A esto se suman las inadecuadas condiciones de construcción y
aislamiento de algunas perforaciones, que contribuyen a la "mezcla de
aguas de distintas propiedades", alterando sus condiciones naturales y
comprometiendo su calidad. Esta situación es alarmante, porque el recurso
hidrotermal, aunque se considere de base natural y renovable, requiere una
realimentación constante para mantener su potencialidad y capacidad. El uso
indiscriminado altera los caudales y las propiedades físico-químicas del agua,
poniendo en riesgo la esencia misma del producto turístico.
Las Termas en el Ciclo
Vital: Madurez, Obsolescencia y el Camino a la Reconversión
Para entender el destino de Las Termas, podemos recurrir al
modelo de ciclos económicos de Chadefaud (1987), que define tres grandes fases
en la evolución de un producto turístico: creación, madurez y obsolescencia,
con una posible cuarta fase de mutación-reconversión (Ver Figura en la página 9
del documento original).
1. Fase de Creación: A principios del siglo XX, el
descubrimiento del recurso hidrotermal marcó el inicio. Las expectativas de una
demanda potencial, combinadas con la construcción de los primeros hoteles,
sentaron las bases. En menos de dos décadas, la infraestructura y los servicios
se consolidaron, dando paso a la siguiente fase. Esta fue una época de visión y
oportunidad, donde el potencial del agua termal era visto como una promesa de
futuro.
2. Fase de Madurez: A partir de 1950, la ciudad
experimentó una expansión hotelera masiva y una complejización de su estructura
urbana. Los créditos estatales impulsaron el crecimiento de cadenas hoteleras,
y el comercio turístico floreció. Hoy, esta fase se caracteriza por la
acumulación de inversiones en alojamiento, transporte y actividades
recreativas. Sin embargo, el modelo de Chadefaud predice que, en la madurez,
pueden aparecer episodios coyunturales de crisis. Lamentablemente, Las Termas
de Río Hondo parece estar atravesando uno de estos períodos, evidenciado por
las alteraciones en las propiedades físico-químicas del recurso hidrotermal.
3. Fase de
Obsolescencia: Esta
fase, que Las Termas aún no ha alcanzado, marca la pérdida de la función
turística y el colapso urbano. Si no se toman medidas para gestionar el recurso
natural, la ciudad podría caer en esta etapa. La inadecuación progresiva entre
la oferta y la demanda llevaría a un declive irreversible del producto
turístico. La sobreexplotación de las aguas, si continúa, podría socavar la
base misma de su atractivo.
4. Fase de Mutación-Reconversión: Chadefaud también contempla la
posibilidad de una cuarta fase, donde un nuevo producto turístico dota de
significado al espacio de destino, conservando sus componentes simbólicos y
míticos. Esta es la esperanza, la vía de escape de la obsolescencia.
Conclusiones y el
Imperativo del Futuro
El hidrotermalismo ha sido el motor de desarrollo de Las
Termas de Río Hondo, transformándola en un espacio turístico dinámico. El agua
subterránea, ese doble recurso (renovable en su ciclo natural, pero no
renovable si se extrae indiscriminadamente), es el corazón de la ciudad. Sin
embargo, el uso indiscriminado de estas aguas termales está provocando
alteraciones en los caudales y propiedades físico-químicas, amenazando la
sostenibilidad del recurso.
La concentración del flujo turístico en una época específica
del año genera impactos significativos, tanto en la dinámica urbana como en el
recurso hidrotermal. La sobreexplotación, si no se controla, podría llevar a un
declive progresivo de la demanda turística y afectar directamente el centro
urbano. La ciudad se encuentra en la Fase de Madurez, y si persiste el uso
indiscriminado, corre el riesgo de caer en la Fase de Obsolescencia.
Por lo tanto, es imperativo que se genere una conciencia
colectiva sobre el valor del recurso hidrotermal y su intrínseca conexión con
el espacio urbano como producto turístico. Se necesita una gestión eficaz que
explore nuevas formas de aprovechamiento turístico. Las políticas de
ordenamiento en el uso del recurso hidrotermal deben moderar la presión
ejercida por el turismo, especialmente durante la temporada alta.
La integración del medio ambiente con el desarrollo turístico
exige un cambio de actitud profundo, cimentado en una educación ambiental que
preserve los recursos naturales y culturales para las generaciones futuras.
Estas estrategias a largo plazo son esenciales para un desarrollo turístico
verdaderamente sostenible.
Las Termas de Río Hondo, con su historia de éxito y su
riqueza natural, se encuentra en una encrucijada. El camino hacia la
obsolescencia o hacia la mutación-reconversión depende de las decisiones que se
tomen hoy. El desafío es monumental, pero la recompensa es la preservación de
un tesoro que no solo enriquece a una comunidad, sino que también ofrece salud
y bienestar al mundo. El futuro de este paraíso termal no solo depende de la
geología, sino de la visión y la voluntad de sus habitantes y líderes para
construir un legado de sostenibilidad, donde el agua siga siendo fuente de
vida, prosperidad y equilibrio. La historia nos enseña que la naturaleza es
socializada; el futuro nos exige que la socialicemos con responsabilidad y
respeto.
Fuente:
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