martes, 23 de septiembre de 2025

El Tesoro Oculto de Santiago: Aguas Termales, Turismo y el Desafío del Mañana en Las Termas de Río Hondo

Bajo la apacible superficie del Río Dulce, un secreto milenario late en el corazón de Santiago del Estero. Las Termas de Río Hondo, una ciudad que floreció alrededor de un manantial de vida y bienestar, hoy se enfrenta al dilema de su propia prosperidad: ¿cómo preservar la esencia de un paraíso hidrotermal frente a las exigencias del desarrollo turístico? Este es el viaje a un destino donde el agua no solo cura, sino que también cuenta la historia de una comunidad y su lucha por un futuro sostenible.




En el vasto lienzo geográfico de Argentina, hay lugares que emergen con una singularidad casi mágica. Las Termas de Río Hondo es, sin duda, uno de ellos. No es solo una ciudad; es un santuario construido sobre un regalo ancestral de la tierra: aguas termales cuyas propiedades, curativas y reconfortantes, han moldeado su destino, su economía y la vida de sus habitantes. Este rincón de Santiago del Estero, cobijado por la naturaleza, se ha convertido en un epicentro del turismo de bienestar, atrayendo a miles de almas en busca de salud y sosiego. Pero detrás de la promesa de la eterna juventud y la vibrante actividad turística, se esconde una narrativa más compleja, una que habla de la delicada danza entre la explotación de un recurso invaluable y la urgente necesidad de su preservación. En este relato, desvelaremos la historia, la geografía y los desafíos que definen a esta joya termal, explorando cómo su pasado glorioso se entrelaza con un futuro incierto, donde cada gota de agua es un testimonio de su identidad.

El Nacimiento de un Paraíso: Cuando la Naturaleza se Socializa

Para comprender Las Termas de Río Hondo, es fundamental abrazar una concepción moderna del espacio geográfico, una que entiende la naturaleza no como un telón de fondo inmutable, sino como una "naturaleza social" o "socializada" (Santos, 1990). En este enfoque, el ambiente físico se convierte en un componente intrínseco de una problemática social, transformado por los "procesos de apropiación y transformación" del territorio. Y pocas ciudades ejemplifican esta interacción tan íntima como Las Termas.

Ubicada en la margen izquierda del Río Dulce, a pocos kilómetros del imponente Embalse de Río Hondo, la ciudad se asienta en la bajada de piedemonte del sistema de Aconquija. Esta singular ubicación le confiere una topografía suavemente ondulada, sobre la cual la trama urbana se ha adaptado, creando un paisaje con una fisonomía muy particular. Con una población que supera los 28.000 habitantes, Las Termas es la tercera urbe más importante de la provincia de Santiago del Estero, un testimonio palpable de cómo un recurso natural puede catalizar un desarrollo urbano significativo.

Desde el punto de vista funcional, la ciudad se ha erigido como un centro intermedio de servicios para la provincia, actuando como cabecera del departamento de Río Hondo. Aquí se concentran funciones administrativas, comerciales, de salud y educación. Sin embargo, su verdadera vocación, su latido más fuerte, proviene del turismo. Su posición estratégica es clave: a la vera de la Ruta Nacional Nº 9, se posiciona como un nudo vital, un cruce de caminos entre la llanura pampeana y el ambiente montañoso del oeste. Esta encrucijada no solo facilita el acceso desde las principales ciudades del noroeste argentino, sino que le otorga el prestigioso papel de "portal" a los circuitos turísticos de toda la región (NOA), como se ilustra en el mapa de localización.

Pero el alma de su oferta turística, aquello que la distingue y la hace única, son sus aguas termales. El origen de estas aguas se remonta al emplazamiento de la ciudad en la bajada del piedemonte del sistema de Aconquija. En estas sierras, una vasta red de acuíferos confinados se alimenta constantemente, dotando a sus aguas de propiedades físico-químicas excepcionales que las elevan a la categoría de recurso turístico de excelencia. No es exagerado afirmar que el descubrimiento y, más tarde, el aprovechamiento balneoterapéutico de estas aguas fueron el motor que impulsó el crecimiento exponencial de la ciudad. La instalación de una infraestructura turística robusta, especialmente orientada a la salud, transformó este rincón geográfico en un espacio urbano forjado alrededor del “consumo de la naturaleza”, aunque, lamentablemente, a menudo sin un criterio racional de uso.

Hoy, Las Termas de Río Hondo es un imán para importantes flujos turísticos, atraídos primordialmente por el balneoterapia. La prueba de ello son los más de 5.000 pozos surgentes y semisurgentes distribuidos por el espacio urbano y una impresionante concentración hotelera que subraya la vital importancia del turismo. Esta industria, a su vez, ha generado un abanico de otras actividades económicas, tejiendo una red compleja de interdependencias. Sin embargo, el objetivo central de este análisis es ir más allá de la superficie: examinar cómo este recurso hidrotermal, un factor clave de desarrollo, también enfrenta la amenaza de la sobreexplotación y el impacto que esta ejerce sobre la dinámica urbana y el futuro de la ciudad.

El Latido Subterráneo: La Anatomía del Recurso Hidrotermal

Para apreciar plenamente el valor y la vulnerabilidad de Las Termas, debemos sumergirnos en las profundidades de su geología. La ciudad se asienta sobre un entramado de acuíferos cuya existencia es un prodigio de la naturaleza. Estos acuíferos se nutren desde la bajada de piedemonte del sistema de Aconquija, donde una extensa red de aguas subterráneas fluye con una pendiente general de noroeste a sureste hacia la zona de estudio. La magia de estas aguas radica en su confinamiento, una condición geológica crucial generada por dos fallas principales: la de las sierras de Guasayán al sudoeste y la fractura del Río Dulce al sudeste. Este control estructural dota al sistema de una permeabilidad secundaria, producto de la fractura local del subsuelo.

El paquete sedimentario que alberga estas aguas termales está compuesto principalmente por una arenisca de granulometría mediana a fina, con intercalaciones de arena, una formación geológica que data del Plioceno. La permeabilidad de este sistema confinado es tanto primaria, debido a la porosidad de las areniscas, como secundaria, originada por las fracturas locales. Este paquete, con un espesor aproximado de 300 metros, intercala capas de arcillas incoherentes y compactas que actúan como confinantes, creando una serie de acuíferos. Los niveles principales de explotación se ubican entre los 180 y 220 metros de profundidad.

Las Termas explota un tipo de acuífero conocido como "digitado", una morfología que surge precisamente del confinamiento ejercido por estas capas de arcilla compacta. La parte superior de este confinamiento se encuentra a más de 180 metros de profundidad, formada por una arcilla roja del Plioceno, mientras que la inferior, a 230 metros, está compuesta por una formación de arcilla verde del Mioceno. Estas condiciones geoestructurales han dado lugar a la existencia de seis acuíferos diferenciados, cada uno con distintas profundidades y, consecuentemente, con diversas propiedades físicas y químicas. Los tres acuíferos más profundos, por ejemplo, son de aguas saladas y registran temperaturas que oscilan entre los 48°C y los 57°C. Según los valores térmicos que alcanzan, las aguas de Las Termas se clasifican como mesotermales, situándose en un rango ideal para el balneoterapia (ver tabla de la Figura 2).

 


Pero, ¿de dónde viene toda esta riqueza hídrica? La zona de recarga de estos acuíferos termales se ubica en dos cuencas principales: "Los Sosa" y "Lules". Estas cuencas, con una superficie aproximada de 1.200 km², se encuentran en un clima Subtropical Serrano y gozan de un aporte pluviométrico anual de 3.200 mm. La combinación de estos factores climáticos y la vasta superficie de captación genera una infiltración general de agua que supera los 400 Hm³ anuales. Es este vasto volumen el que, eventualmente, alimenta los acuíferos que yacen bajo Las Termas de Río Hondo (Instituto Miguel Lillo, 2005).

La Balneoterapia: La Ciencia del Bienestar y el Auge Turístico

El recurso hidrotermal de Las Termas no es solo un fenómeno geológico; es, sobre todo, el pilar de una disciplina que ha ganado una relevancia global: la balneoterapia. En la actualidad, la cura termal ha trascendido de ser un remedio popular a un sistema terapéutico reconocido. Tanto así, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incorporado el Termalismo como Medicina Complementaria, validando su rol en el bienestar humano. Los especialistas coinciden en que las aguas termales actúan de dos maneras fundamentales: a través de su composición química y mediante sus propiedades físicas, como la densidad, la presión hidrostática y, crucialmente, la temperatura.

Las aguas de Las Termas de Río Hondo son mesotermales, con temperaturas que oscilan entre los 30 y 50 grados centígrados, y poseen una mineralización y radiactividad moderadas. Su composición es especialmente rica: alcalina-bicarbonatada-clorosulfatada-ferruginosa. Contienen una diversidad de elementos como hierro, sodio, fósforo, yodo, arsénico, flúor y bromo, todos ellos en estado iónico. Este estado iónico es lo que confiere a las aguas una poderosa carga de electricidad radiactiva, una energía sutil pero profunda.

Este cóctel natural es el fundamento de la crenoterapia, el tratamiento que implica la absorción de estos minerales por la piel. En pequeñas concentraciones, estos elementos se depositan en el tejido celular subcutáneo, irrigado por los vasos linfáticos, capilares sanguíneos, terminaciones nerviosas y glándulas sudoríparas. Al activarse, los minerales desencadenan una respuesta en el metabolismo orgánico a través del eje hipotálamo-suprarrenal, contribuyendo a la restauración del equilibrio del cuerpo. Además, las terapias se complementan con elementos como algas y fango, que también forman parte del ecosistema termal.

Más allá de cualquier debate científico o postura médica, la realidad es que estas aguas termales, con sus singulares propiedades físicas y químicas, constituyen el principal atractivo de Las Termas de Río Hondo, tanto a nivel nacional como internacional. La ciudad recibe importantes flujos turísticos motivados por la balneoterapia y por un clima agradable. Para responder a esta demanda creciente, se ha desarrollado una infraestructura de turismo de salud de gran envergadura, que incluye hoteles de diversas categorías, centros médicos termales, salas de kinesiología, fisioterapia y, más recientemente, modernos Spas. Estos centros de tratamiento integral combinan elementos naturales –como las aguas termales, microalgas y fango– con técnicas artificiales no invasivas, ofreciendo una experiencia de bienestar holística.

No es exagerado afirmar que Las Termas de Río Hondo se ha consolidado como uno de los centros turísticos vinculados a la balneoterapia más importantes de Argentina y, sin duda, uno de los más significativos de Sudamérica, gracias a su extensa infraestructura de servicios orientados al turismo de salud.

La Maquinaria Turística y sus Ciclos: Prosperidad y Vulnerabilidad

El modelo de balneoterapia en Las Termas no es casualidad; es un programa meticulosamente diseñado. Los tratamientos implican baños de inmersión que requieren una cantidad, temperatura y tiempo de duración adecuados. La norma general sugiere entre uno y tres baños diarios. Y aquí reside una de las particularidades de la infraestructura local: cada hotel, en sus diversas categorías, dispone de baños privados en sus habitaciones, equipados con bañeras de dimensiones promedio que pueden cargar hasta 630 litros de agua. Si consideramos una habitación doble para un tratamiento balneoterapéutico de dos personas, se requeriría llenar la bañera hasta seis veces al día.

Con estos datos, la estimación del consumo total de agua termal por temporada es asombrosa: 1.632.960.000 litros, lo que equivale a un promedio de 2 Hm³ por temporada. Esta cifra se calcula considerando 180 alojamientos con veinte habitaciones dobles en promedio y 120 días de servicio durante la temporada alta. De hecho, el segundo cuatrimestre del año (mayo a agosto) concentra aproximadamente el 80% del consumo anual, mientras que, en el primer cuatrimestre, los valores descienden drásticamente, con un promedio de apenas 0,11 Hm³. Este análisis, que abarca un período de 23 años (1975, 1985 y 1998), revela una tendencia preocupante: el consumo de agua termal aumenta año tras año, y los registros más altos se repiten de forma recurrente durante el segundo cuatrimestre.

Esta intensa explotación se traduce en una impresionante infraestructura turística. Las Termas de Río Hondo cuenta con una vasta red de hoteles complementada por campings a la vera del Río Dulce. Un relevamiento de 2005 identificó 132 centros de recepción de turistas. A esto se suman las casas y departamentos en alquiler, opciones importantes cuando la capacidad hotelera se ve superada. En total, la ciudad ofrece más de 14.000 plazas de alojamiento. La distribución territorial de los hoteles es notable: una gran concentración en el Barrio Centro, en un área de menos de 30 hectáreas, con una densidad media de casi 3 hoteles por hectárea, llegando a superar los siete hoteles por manzana en algunos bloques.

La llegada del invierno transforma a Las Termas. La ciudad, que durante gran parte del año mantiene un ritmo pausado, se dinamiza con un gran incremento de personas, entre turistas, comerciantes y trabajadores. La mayoría de los visitantes provienen de la provincia de Buenos Aires (más del 50% del total), seguida por Córdoba (12,3%), Tucumán (8,6%), Santa Fe (7,4%) y Mendoza (5%). Un 7% adicional proviene del NOA, incluyendo Santiago del Estero.

Las motivaciones de los turistas son diversas (Figura 6). Un alto porcentaje (generalmente mayores de 60 años) busca en Las Termas un centro termal, un clima tranquilo y la paz que ofrece el lugar, prefiriendo el alojamiento hotelero. Por otro lado, un segmento más joven (menores de 40 años), aunque menos numeroso (menos del 40%), tiene otras motivaciones y opta por campings, alquiler de casas o visitas de un solo día. Se estima que, por temporada, llegan unos 150.000 turistas. Sin embargo, la gran concentración de flujos se da entre julio y agosto (temporada alta), y en junio y septiembre (temporada media). El resto del año, la actividad turística es prácticamente nula.





Esta estacionalidad tiene un impacto directo en la economía local. Durante la temporada alta, más de 1.000 locales comerciales de todos los rubros, incluyendo artesanías y regalos, abren sus puertas. Las fábricas de alfajores y dulces regionales se convierten en atracciones, con sus productos elaborados a la vista del turista. Los artesanos locales ofrecen cestería, alfarería y grabados en madera. El Barrio Centro, en particular, se transforma con negocios orientados al turismo invernal. Sin embargo, fuera de esta zona, el comercio atiende principalmente a la demanda local. La cruda realidad es que, terminada la temporada, un alto porcentaje de locales (más del 80%) y hoteles cierran sus puertas durante más de seis meses.

Las Golondrinas del Turismo: Un Retrato de Precariedad Laboral

El dinamismo del turismo en Las Termas de Río Hondo es una espada de doble filo, especialmente para sus trabajadores. La condición laboral en este sector es, en gran medida, precaria e inestable. Un alarmante 82,5% de los trabajadores vinculados al turismo tienen empleo transitorio, mientras que solo el 17,5% disfruta de un trabajo permanente. Estos últimos suelen ser empleados de fábricas de alfajores o de hoteles que permanecen abiertos todo el año.

La situación se agrava al finalizar la temporada turística. Un alto porcentaje de trabajadores, a menudo jóvenes entre 18 y 25 años, se ven obligados a emigrar. Son los llamados trabajadores "golondrinas", que parten hacia la costa atlántica para la temporada de verano. Provienen tanto de la ciudad de Las Termas como de localidades cercanas del departamento Río Hondo, como Colonia Tinco, Pozuelos o Vinará. Este fenómeno, repetido año tras año, es un recordatorio constante de la fragilidad del modelo económico y social. Entre quienes no migran, se encuentra un alto porcentaje de mujeres, muchas de las cuales subsisten como artesanas de la cestería, tejiendo con sus manos una parte de la identidad cultural y económica de la región. La estacionalidad del turismo, si bien trae prosperidad por un período, deja tras de sí una estela de incertidumbre y desarraigo para una parte significativa de la población local, un costo social a menudo invisibilizado por el brillo de la temporada alta.

La Sobrecarga del Paraíso: Cuando el Recurso Sufre

La paradoja central de Las Termas de Río Hondo es que el mismo recurso que le dio vida y prosperidad, ahora se encuentra bajo una presión insostenible. La explotación del agua termal, que se realiza mediante más de 5.000 perforaciones con profundidades que oscilan entre 50 y 300 metros, es generalizada. Lo inusual de Las Termas es que no se trata de un gran centro termal con un único pozo surgente, sino de una ciudad donde prácticamente cada hotel y casa de familia tiene acceso directo al agua termal.

Esta particularidad, que otrora fue una ventaja, se ha convertido en un riesgo. La explotación se intensifica drásticamente entre mayo y septiembre, con un pico durante junio, julio y agosto, coincidiendo con la temporada alta de turismo. Durante estos meses, el bombeo simultáneo de todos los pozos de hoteles, residenciales, clínicas terapéuticas y viviendas particulares genera una demanda sin precedentes.

El resultado es un marcado descenso en los niveles piezométricos dinámicos del sistema acuífero. Esta disminución se debe a la reducida superficie de explotación y a la escasa distancia entre los pozos, especialmente en la zona de mayor concentración hotelera. La interferencia en los conos de depresión y la disminución de los niveles de presión de los acuíferos son consecuencias directas de esta práctica. Estudios realizados para determinar la presión en el acuífero termal, comparando datos de pozos-muestra de 1975 y 1998, revelaron un descenso sostenido de los niveles piezométricos (Figura 3). Muchos pozos que antes tenían surgencia natural, es decir, el agua brotaba por sí sola, ahora han pasado a niveles de semisurgencia o requieren bombeo, una señal inequívoca de la sobreexplotación.

A esto se suman las inadecuadas condiciones de construcción y aislamiento de algunas perforaciones, que contribuyen a la "mezcla de aguas de distintas propiedades", alterando sus condiciones naturales y comprometiendo su calidad. Esta situación es alarmante, porque el recurso hidrotermal, aunque se considere de base natural y renovable, requiere una realimentación constante para mantener su potencialidad y capacidad. El uso indiscriminado altera los caudales y las propiedades físico-químicas del agua, poniendo en riesgo la esencia misma del producto turístico.

Las Termas en el Ciclo Vital: Madurez, Obsolescencia y el Camino a la Reconversión

Para entender el destino de Las Termas, podemos recurrir al modelo de ciclos económicos de Chadefaud (1987), que define tres grandes fases en la evolución de un producto turístico: creación, madurez y obsolescencia, con una posible cuarta fase de mutación-reconversión (Ver Figura en la página 9 del documento original).

1. Fase de Creación: A principios del siglo XX, el descubrimiento del recurso hidrotermal marcó el inicio. Las expectativas de una demanda potencial, combinadas con la construcción de los primeros hoteles, sentaron las bases. En menos de dos décadas, la infraestructura y los servicios se consolidaron, dando paso a la siguiente fase. Esta fue una época de visión y oportunidad, donde el potencial del agua termal era visto como una promesa de futuro.

2. Fase de Madurez: A partir de 1950, la ciudad experimentó una expansión hotelera masiva y una complejización de su estructura urbana. Los créditos estatales impulsaron el crecimiento de cadenas hoteleras, y el comercio turístico floreció. Hoy, esta fase se caracteriza por la acumulación de inversiones en alojamiento, transporte y actividades recreativas. Sin embargo, el modelo de Chadefaud predice que, en la madurez, pueden aparecer episodios coyunturales de crisis. Lamentablemente, Las Termas de Río Hondo parece estar atravesando uno de estos períodos, evidenciado por las alteraciones en las propiedades físico-químicas del recurso hidrotermal.

3. Fase de Obsolescencia: Esta fase, que Las Termas aún no ha alcanzado, marca la pérdida de la función turística y el colapso urbano. Si no se toman medidas para gestionar el recurso natural, la ciudad podría caer en esta etapa. La inadecuación progresiva entre la oferta y la demanda llevaría a un declive irreversible del producto turístico. La sobreexplotación de las aguas, si continúa, podría socavar la base misma de su atractivo.

4. Fase de Mutación-Reconversión: Chadefaud también contempla la posibilidad de una cuarta fase, donde un nuevo producto turístico dota de significado al espacio de destino, conservando sus componentes simbólicos y míticos. Esta es la esperanza, la vía de escape de la obsolescencia.

Conclusiones y el Imperativo del Futuro

El hidrotermalismo ha sido el motor de desarrollo de Las Termas de Río Hondo, transformándola en un espacio turístico dinámico. El agua subterránea, ese doble recurso (renovable en su ciclo natural, pero no renovable si se extrae indiscriminadamente), es el corazón de la ciudad. Sin embargo, el uso indiscriminado de estas aguas termales está provocando alteraciones en los caudales y propiedades físico-químicas, amenazando la sostenibilidad del recurso.

La concentración del flujo turístico en una época específica del año genera impactos significativos, tanto en la dinámica urbana como en el recurso hidrotermal. La sobreexplotación, si no se controla, podría llevar a un declive progresivo de la demanda turística y afectar directamente el centro urbano. La ciudad se encuentra en la Fase de Madurez, y si persiste el uso indiscriminado, corre el riesgo de caer en la Fase de Obsolescencia.

Por lo tanto, es imperativo que se genere una conciencia colectiva sobre el valor del recurso hidrotermal y su intrínseca conexión con el espacio urbano como producto turístico. Se necesita una gestión eficaz que explore nuevas formas de aprovechamiento turístico. Las políticas de ordenamiento en el uso del recurso hidrotermal deben moderar la presión ejercida por el turismo, especialmente durante la temporada alta.

La integración del medio ambiente con el desarrollo turístico exige un cambio de actitud profundo, cimentado en una educación ambiental que preserve los recursos naturales y culturales para las generaciones futuras. Estas estrategias a largo plazo son esenciales para un desarrollo turístico verdaderamente sostenible.

Las Termas de Río Hondo, con su historia de éxito y su riqueza natural, se encuentra en una encrucijada. El camino hacia la obsolescencia o hacia la mutación-reconversión depende de las decisiones que se tomen hoy. El desafío es monumental, pero la recompensa es la preservación de un tesoro que no solo enriquece a una comunidad, sino que también ofrece salud y bienestar al mundo. El futuro de este paraíso termal no solo depende de la geología, sino de la visión y la voluntad de sus habitantes y líderes para construir un legado de sostenibilidad, donde el agua siga siendo fuente de vida, prosperidad y equilibrio. La historia nos enseña que la naturaleza es socializada; el futuro nos exige que la socialicemos con responsabilidad y respeto.

 

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