Un empresario norteamericano dijo que Santiago del Estero es el “centro mundial de la biodiversidad de algarrobos” y propuso un plan estatal que impulse la industrialización del fruto para un mayor valor agregado.
El fruto del algarrobo, considerado un superalimento y eje de
la agricultura regenerativa, se abre paso en los mercados internacionales con
sello santiagueño.
Investigaciones científicas, proyectos sociales y el trabajo
de cooperativas locales sostienen la expansión de este producto hacia Norteamérica.
La harina de algarroba producida en Santiago del Estero ya
está instalada en el mercado estadounidense, consolidando un camino que comenzó
hace más de dos décadas con la investigación del científico estadounidense
Peter Jonayhan Felker y el trabajo de familias rurales organizadas en
cooperativas.
El fruto del Prosopis alba, abundante en los montes
santiagueños, combina historia, ciencia y desarrollo productivo, y hoy
despierta interés global por sus beneficios nutricionales y ambientales.
Quién es Peter Felker, el norteamericano que sueña con
exportar harina de algarroba desde Santiago
El sitio digital Bichos de Campo entrevistó recientemente a
Felker, quien es considerado un referente mundial en el estudio de las
variedades de Prosopis.
“Estos árboles son los
mejores fijadores de nitrógeno, lo cual es el pilar de la agricultura
regenerativa y de la captura de carbono para mitigar el calentamiento global”,
afirmó. Para el especialista, Santiago del Estero es el “centro mundial de la
biodiversidad de algarrobos” y los argentinos deben sentirse orgullosos de este
patrimonio.
Felker, nacido en Savannah, Georgia, y doctor en Fisiología y
Bioquímica, se radicó en Santiago en 1998 tras casarse con una santiagueña.
Allí comenzó el desarrollo de 12 clones de algarrobo blanco de alto
rendimiento, implantados en el Campo Experimental de Fernández de la
Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE). “Los mejores clones, al
cumplir seis años, produjeron hasta 5.000 kilos de vainas por hectárea, de
delicioso sabor”, recuerda el investigador.
En 2003, junto a Patricia López, directora de la escuela San
Vicente de Paul de Añatuya, inició el primer envío de harina de algarroba a
Estados Unidos. El proyecto combinaba producción con participación social:
alumnos y familias recolectaban las vainas para su procesamiento. Aunque ese
emprendimiento inicial se interrumpió, Felker continuó vinculado a la
exportación, colaborando con productores locales y empresas internacionales.
Con el tiempo, la UCSE y otros socios lograron hitos como la
primera secuenciación de ADN de Prosopis a nivel mundial, lo que consolidó a
Santiago como polo científico en torno a este árbol.
Industrializar la
algarroba
Felker insiste en que el desarrollo de la algarroba puede
cambiar la economía rural. “Si los clones avanzados se plantaran en toda la
provincia, la población tendría un incentivo para no vender sus árboles nativos
como leña o carbón, sino vivir de recolectar y vender sus vainas”, propone.
Para lograrlo, subraya que se necesita un plan estatal que
impulse la industrialización del fruto, ya que gran parte del proceso sigue
siendo artesanal.
En 2021, tras jubilarse, el investigador regresó a residir en
Santiago y destinó parte de sus ahorros a construir una planta procesadora con
12 máquinas que cumplen normas internacionales de seguridad alimentaria.
Ya compró 25 toneladas de vainas a la Cooperativa
Agronaciente, de Colonia El Simbolar, integrada por 120 familias. A diferencia
de otros molinos, Felker utiliza solo el mesocarpio, descartando las semillas y
endocarpios donde suelen alojarse toxinas, lo que mejora la calidad del
producto final.
El científico también destaca que la harina de Prosopis alba
supera en calidad y beneficios a la variedad de algarroba europea (Ceratonia
siliqua), que suele importarse desde España y encontrarse en dietéticas
argentinas. “Nuestra harina tiene un sabor similar al cacao, pero más nutritivo
y sin necesidad de azúcar refinada. Podría reemplazar al chocolate en alimentos
escolares, combatiendo la obesidad y la diabetes”, asegura.
Fuente: librepensador.com.ar

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