martes, 16 de septiembre de 2025

Memorias del parque de grandes espectáculo

 



En las noches de verano, la música que provenía del parque despertaba la curiosidad de los que aún no teníamos edad para acercarnos al lugar a esa hora.

Siendo una niña, mi madre me llevó a conocer el lugar de donde provenían esos sones. Me impactó la prolijidad de los jardines que rodeaban el famoso Parque de Grandes Espectáculos.

A la entrada a ambos lados de las boleterías, había grandes afiches con las fotos de los que participaban esos días. Contaba con dos pistas de baile alrededor de las cuales se ubicaban las mesas y las sillas de hierro plegadizas pintadas de un inolvidable color naranja. En el centro estaba la confitería que parecía imitar la proa de un barco. Luego de la segunda pista, un gran escenario.

El Parque de Grandes Espectáculos – obra realizada por Guillermo Renzi – era el mejor lugar de esparcimiento con que contaba Santiago del Estero, ya que Dorio Dante Otinetti contrataba a las mejores orquestas y cantores, como Alberto del Castillo, Darienzo, Troilo, Canaro, De Angelis, los Hermanos Abalos, Hugo del Carril, Mario Clavel, Oscar Alemán.

Crecí entre sueños esa hermosa música que más adelante iba a disfrutar como tantos otros santiagueños.

Cuando llegué a la adolescencia, concurrí a los bailes de Carnaval. Para esa fecha venían conjuntos que tocaban música carioca, candombe, cha-cha-cha. Las dos pistas se colmaban y no faltaban quienes jugaban con cerveza o con soda. Los mozos, con su uniforme impecable y su destreza para llevar la bandeja, llegaban a las mesas con el pedido.

Había chicos que se trepaban en las paredes y desde allí compartían nuestra diversión.

También comenzaron a realizarse las estudiantinas, esas fiestas de fin de curso protagonizadas por los estudiantes de los colegios secundarios.

Recuerdo al talentoso “Nano” Gigli cuando hacía la calcomanía de “Mami” de Al Jonson.

Años más tarde comenzó a realizarse también la “Fiesta de la Primavera”, oportunidad en la que se elegía a la Reina. Participaban las chicas del secundario de las distintas escuelas, todas eran bellísimas y elegantes. Desfilaban por un escenario y una pasarela con potentes reflectores.

Antes de su presentación, la Academia de Danzas Clásicas y Contemporáneas de la profesora Julia Cortez de Liendo Paz presentaba a sus alumnas que bailaban distintos ritmos con una escenografía de primera y el vestuario que no quedaba atrás. Un locutor con una voz espléndida presentaba la función.

Para esta ocasión se contrataba a algún artista de cine que tenía la misión de coronar a la Reina de la Primavera que era elegida por el público presente.

Recuerdo que vinieron Oscar Casco, Carlos Thompsom y Alberto de Mendoza. Este último coronó a Ethel Rojo, “Bebé”, quien se convertiría con el tiempo en una gran vedette, junto a su hermana Gogó.

Los bailes de egresados también se hacían ahí, iban todas las familias con sus hijas de traje largo y los muchachos con las mejores galas.

Luego de un lunch, los padres bailaban el vals con sus hijas y las madres, con sus hijos, y después esperábamos que nos sacaran a bailar y no volvíamos a sentarnos más… hasta que nuestros padres decidían que la fiesta había terminado.

Por supuesto que en esas ocasiones todo estaba adornado con guirnaldas y alrededor de las pistas había una especie de enrejado con enredaderas de jazmines. Tampoco faltaban los fotógrafos, como el recordado señor Crespo, del que guardo muchísimas fotos.

Para muchos de los que compartimos este espacio geográfico y tenemos algunos años, la historia del Parque de Grandes Espectáculos es parte de nuestra vida.

¡Cuántas historias de amor habrán nacido en esas pistas! ¡Cuántos sueños habrán germinado entre el perfume de las flores y el aroma húmedo del viento que venía del río!

Cuántas vidas enlazadas para siempre en la magia de las noches inolvidables y eternas de ese Parque de Grandes Espectáculos que sigue vivo en la memoria colectiva de una comunidad que hoy la sigue recordando.

Fuente: El Liberal

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