Por Arq. Roberto R. Delgado
Después de la muerte del gobernador Rojas, la ciudad decayó
en su ritmo creciente, incluso no habría tranquilidad. La política se adueñó
del centro urbano, la intriga y la entrega crearon un clima de intolerancia.
Recordemos la tragedia de don Pedro Saint Germes. La
inestabilidad de los bancos oficiales. Recordemos las consecuencias del
"progreso" con el ferrocarril: desaparición de antiguas poblaciones,
devastación del bosque, explotación y éxodo del criollo. Aniquilación de las
últimas montoneras. Es el comienzo del empobrecimiento de la provincia de
Santiago del Estero. Las estancias agrícola-ganaderas serán obrajes forestales.
A comienzos de siglo la arquitectura había sufrido un
impacto, un cambio en su organización espacial sobre todo en las casas
unifamiliares de la ciudad. Este impacto se produjo por la incorporación de
accesorios importados: Planchas, hornallas, rejillas y artefactos para fuego de
hierro fundido en cocinas; calderas y artefactos sanitarios para baños
(inodoro, lavabos y bañeras, el bidet se usó después de 1915). Estas
incorporaciones, prácticamente, hacen desaparecer el sector de servicio como
construcción y espacio aislado de la edificación madre.
Hasta ese momento la cocina como el baño estaban relegados a
un plano secundario con desorden funcional y estético, en comparación al resto
de las edificaciones, a pesar de la gran actividad que en ellas se
desarrollaban. Era el lugar de los sirvientes, de los entenados, de los
"inocentes del otro patio" (se llamaba así a los minusválidos que
realizaban tareas menores: moler maíz, acarrear agua, recoger la ropa lavada,
etc.).
Los accesorios importados dan un nuevo status a los
moradores. La cocina dejó de ser un fogón de ollas negras "al humo",
convirtiéndose en lugar de encuentro familiar, de con- versaciones de entrecasa.
Por sus amplias dimensiones, el comedor "de diario", se sumó como
actividad complementaria.
El baño de paredes revestidas con materiales decorados dio
idea de "templo" de higiene, dirían: "Es el espejo del
hogar".
1900 entró castigando a la ciudad con una nueva epidemia: el
paludismo o "chucho" (denominación vulgar). Mal producido por el
estancamiento de las aguas de un brazo muerto del Río, que quedó después de
realizarse la defensa "Cassaffousth" y una prolongación del mismo en dirección
de Tarapaya que en el gobierno de Palacio, se conoció como "Dique
Palacio". Se sumó la gran cantidad de lagunas al sur- oeste de la ciudad,
donde la proliferación de mosquitos anófeles era alarmante. Comentaron que el
zumbido de los mosquitos "tapaba" el bramar del río.
Jamás ciudad argentina alguna tuvo tanta mortalidad, en 5
años, de 1896 a 1901, murieron 66 mil personas. Más del 50% de los mismos por
causas infecto-contagiosas: tifoidea, tuberculosis y paludismo. De cada 100
personas 88 eran palúdicas.
La imaginación podría superar cualquier fantasía, si
cerráramos los ojos y nos trasladáramos a esa época, ¿cómo sería el paisaje de
la ciudad?.
Numerosas ideas y proyectos surgieron para evitar el flagelo,
todas basadas en el dragado de lagunas y relleno del brazo muerto, entre las
que se contaban la de los ingenieros Cassafousth y Thais.
La iniciativa corrió por cuenta del doctor Antenor Alvarez,
médico higienista que sugirió al gobernador Barraza el relleno, desmalezamiento
y plantación de especies arbóreas que absorbieran la humedad del suelo.
Nació así el Parque Aguirre con la plantación de 1.600
eucaliptos, producto de un diseño del ingeniero Thais, la prédica del doctor
Alvarez y la voluntad del intendente don Andrés A. Figueroa (1902-1904).
El trabajo continuó con obras de servicio sanitario, el 1° de
diciembre de 1904 se inauguró el servicio de agua corriente siendo su primer
beneficiario la casa de don Pablo Berdaguer sobre la calle 9 de Julio a una
cuadra de la plaza Libertad. En 1913 se complementó con obras de servicio de
cloacas.
Los motivos escultóricos que adornaron en primera instancia
los jardines y pergolados del Parque Aguirre fueron reproducciones en hierro
fundido de obras clásicas en escala menor respecto a las originales. Las mismas
fueron adquiridas junto con la reja que delimitaba por calle Olaechea, entre
Libertad y Urquiza, el ingreso al Parque (1906). Se distribuyeron 12
esculturas, más tarde en 1918 aproximadamente, se colocaron las figuras de las
"Cuatro Estaciones", en mármol, frente a los cuatro accesos: calles
Libertad, Avellaneda, 9 de Julio y Urquiza. Hoy rodean la fuente del Kakuy.
Desde 1899 en las calles principales había alumbrado
eléctrico. La Compañía Eléctrica pertenecía al señor Otto Semmelak y funcionó
en la calle Garibaldi a altura del N° 50. Esta empresa funcionó hasta 1906,
poco a poco fue re- emplazada con una nueva usina, propiedad de don Belisario
García que se instaló frente al Parque Aguirre. Se conserva en la actualidad
parte de la construcción sobre esquina de calle Libertad.
La ciudad de Santiago del Estero fue la segunda en el país en
iniciar el servicio eléctrico el 6 de febrero de 1889 con 10 focos públicos.
Cuatro en la plaza Libertad y el resto en calles aledañas al mercado Armonía
vitalizando un sector (sobre actual calle La Plata) donde se ubicaban almacenes
de ramos generales (propietarios familia de la Vega) conocido durante décadas
posteriores como "La Bola de Oro". Contribuyó a este sector, un
espontáneo servicio de fletes por medio de "chatas" (carro alargado
con una plataforma sin laterales tirado por dos o cuatro caballos percherones).
Esta actividad sumada al servicio de cocheros o
"Mateos" (transporte de tracción a sangre para personas) concentraba
un movimiento de cosas y gentes generando un centro de atención que no sólo fue
hito en la Ciudad sino en la provincia toda.
Por ley del 26 de octubre de 1903 se creó la plaza de
ejercicios físicos, en el parque Aguirre, se llamó después Gimnasio Newbery.
Hoy ocupa esos terrenos la escuela Técnica N° 2 "Santiago Maradona".
En el lado izquierdo del límite de la Catedral había, en 1904, un teatro de
rústica construcción de fachada revocada a la cal, lisa, con una puerta y 2
ventanas de generosas dimensiones, techo metálico sobre tirantes de madera, 25
banquetas frente a un tarimado; detrás de un muro que servía de fondo, 2
habitaciones. Era el teatro Ollantay, antes fue de don Antonio Zanetti, el
local llevaba su nombre comenzando su funcionamiento en 1891. Siete años
después dejó de funcionar como Teatro por estar preso su dueño al herir a don
Semmelak (dueño de la electricidad). Este lugar fue uno de los primeros
dedicados al espectáculo y entretenimientos públicos. Era común la presencia de
un "forzudo" levantando pesas y troncos, los magos e improvisados
sainetes.
El gobernador Dámaso Palacio en 1899 suprimió por razones de
austeridad la Intendencia. El gobernador Pedro Barraza la organizó nuevamente
acorde a la reforma de la Constitución de 1903, donde se especificó la Ley
Orgánica de Municipalidades. La Intendencia de la ciudad capital comenzó en
forma independiente su gobierno el 1 de abril de 1904.
Los numerosos inmigrantes llegados a fines del siglo XIX se
organizaron en Sociedades de Socorros Mutuos: los es- pañoles el 16 de octubre
de 1889, los italianos unos pocos años después.
Los inmigrantes no sólo trajeron a la ciudad un número
notable de la población, sino el conocimiento de saber habitar en ciudades
consolidadas, el concepto de urbanidad, de las relaciones públicas, que sumado
al de la hospitalidad de los nativos dio la fama con que se reconoce hasta hoy
de ciudad acogedora, de "gran familia".
Entre ellos vinieron constructores y artesanos del hacer
arquitectónico, con experiencias disimiles en organización estética, pero de
extraordinaria calidad en su parte fáctica. Al no haber profesionales
arquitectos (recién a partir de 1920 aproximadamente, con Aníbal Oberlander,
comienzan su labor los arquitectos). Son estos expertos en construcciones los
que inciden en el estilo arquitectónico de edificios que modelaron el espacio
urbano.
Al no ser especialistas, sino prácticos, mezclaron estilos,
(clásico, neo-clásico, renacentista florentino o español, art decó, art
nouveau, catalán, etc.), naciendo un eclecticismo más elemental y sencillo que
los practicados en ese momento en ciudades importantes del país,
fundamentalmente Buenos Aires y Rosario. Eran personas que el proceso de
industrialización y las vanguardias modernas de las naciones europeas habían
marginado o el tiempo no les permitió una adaptación, al venir a "hacer
América" encontraron campo virgen para plasmar, en fachadas y ornatos, sus
conocimientos. Y sin quererlo fueron los pioneros de las grandes obras que
identificaron la ciudad.
Algunas de las obras más importantes de esa época fueron: en
1905 el Banco de la Nación, (edificio demolido y reemplazado por el actual); el
Matadero Municipal en 1907, (hoy Mercado de Abasto); Colegio Nacional
inaugurado el 12 de octubre de 1908; Banco Español, el 5 de junio de 1911, que
se inauguró en un local de 24 de Setiembre esquina Avellaneda, trasladándose a
su nuevo local el 3 de marzo de 1914 (hoy Banco Francés); el 28 de octubre de
1912 se des- cubre el monumento al general Belgrano en Plaza Libertad; el 25 de
mayo de 1910 abrió su escenario el teatro y complejo cultural "25 de Mayo";
la estatua ecuestre del general San Martín se inauguró el 24 de setiembre de
1911; en 1906 se terminó el suntuoso edificio del Consejo General de Educación
de la Provincia que el 25 de junio de 1915 cambió de destino para ser la
Biblioteca Pública "9 de Julio" (edificio demolido y reemplazado por
el actual Banco Provincia); en 1915 comenzó la construcción del Hospital
Independencia: el Cuartel del Regimiento de calle Roca se inauguró el 9 de
julio de 1915; en 1916 se terminó totalmente la construcción de la Escuela
Centenario comenzada en 1910; la pavimentación de calles principales utilizando
adoquinados comenzó en 1916 antes solo había alrededor de la plaza principal.
El hormigón se utilizó a partir de 1934. El primer trazado de desagüe pluvial
de la ciudad se ejecutó en 1914, mediante cunetas alrededor de la plaza y
derivación por calle Independencia. En 1940 la ciudad contó con los desagües
actuales, obra iniciada por la Intervención Federal del Dr. Manuel Bonastre.
La ciudad creció bajo aspectos contrastantes, suntuosos
edificios, algunos chalets jerarquizaron una zona residencial sobre la avenida
Belgrano. Las cuatro avenidas principales marcaron hacia adentro una
diferencia, se densificó y las costumbres ciudadanas cobraron fuerza: el ocio
en las confiterías y billares, el paseo de las tardes, reunión de
intelectuales, los domingos de misa, etc.
El oeste y norte de la ciudad, era otra cosa, los criollos
siguirían siendo perseguidos, esta vez por "batidas" de la policía, que,
por insistencia, hacen migrar a los asustados a otras provincias. Los que
quedan serían peones o "carne de cañón" para la política.
Mientras unos construyen otros siguen gestando
"revoluciones". Las enemistades provocaban retos a duelos despertando
la curiosidad de los habitantes.
En 1920 es moda "hacerse" un panteón. Imponentes
mausoleos distinguían a las prestigiosas familias contrastando con las pequeñas
cruces que identificaban a los pobres. El cementerio era motivo de paseo y
encuentros sociales. Los cortejos fúnebres, aparte de extraño espectáculo, eran
un desfile que servía para muchos días de comentarios: "si fulana lloró
bien", "cómo iba la viuda", "si el doctor había dado
propinas", "qué buen discurso de despedida", etc.
Quizás esa costumbre era donde se notó en mayor pro- porción
la fusión cultural indígena-latina. La ciudad participaba en la muerte del
habitante y todos, de alguna manera, le rendían culto.
Las primeras casas revocadas con cemento Portland fue- ron
las de don Juvenal Pinto y don Lino Beltrán ubicadas frente a la plaza
Libertad, en 1904. La primera que tuvo placard (ropero embutido) para ropa fue
el chalet de los Cáceres en avenida Belgrano (1914).
La ciudad continuó su ritmo de crecimiento a pesar de no
haber un código o reglamento de construcciones que ordenara las mismas, sólo la
Municipalidad marcaba la línea de edificación del frente desde 1920 y el resto
corría bajo responsabilidad de los constructores. Más precisión y control se
practicaba en las cuestiones sanitarias: agua corriente y cloacas.
Se construyó tanto, pero tanto, hasta los años 30, que el
centro urbano quedó definido hasta el presente. Importaba el frente, es así,
que por ahí se iniciaban las obras y podían pasar años hasta la total
terminación de las mismas. Por lo general a medida que se alejaba del plano de
fachada la calidad disminuía.
El motivo de este concepto se debió al uso de aplicaciones y
molduras que venían listas para ser empotradas y con stock limitado. Se hacía
un pedido general para 10 o más frentes, de acuerdo a un catálogo provisto por
fabricantes o importadores. Mientras llegaba el material, una vez dada la línea
de edificación, procedían con el "tirado" de los andamios, que eran
tablones de pino importado de aproximada- mente 6 metros de longitud,
colocándolos contiguos en una dirección hasta lograr un tendido de 30 metros.
Todo el personal de obra se abocaba al trabajo dentro de ese parámetro,
construyendo simultáneamente frentes pares, simétricos e idénticos hasta de 4
casas. Quizás esta metodología influyó para el parcelamiento de los terrenos
urbanos dando origen a las dimensiones de frentes de muchas propiedades del
microcentro.
Todavía se puede contemplar esta particularidad en fachadas
de construcciones en calle Salta (entre Absalón Rojas y avenida Belgrano) y
calles Entre Ríos y Córdoba. Ese ímpetu por la construcción fue facilitado por
el Banco Edificador que, desde 1912, financiaba y promovía. En 1919 fue Banco
Comercial y Edificador con capital mixto, luego se transformó en Banco de la
Provincia.
La necesidad o moda de los elementos de ornatos para frente
hizo que surgieran fábricas dedicadas a este rubro. El piamontés Pablo Gallizia
fue el precursor, radicado frente al F.F.C.C. Central Córdoba, con una fábrica
de yesos de piedra de yacimientos santiagueños y piezas pre-moldeadas en
cementos de frentes. También el escultor español Rafael Del- gado Castro,
integrado a la comunidad constructora desde 1914, contribuyó al diseño y
ejecución de las decoraciones artísticas, ejemplos: Biblioteca Sarmiento,
Sociedad Española (hoy Dirección de Turismo y Honorable Concejo Deliberante),
Escuela Técnica N° 3 de calle Buenos Aires, Banco Hipotecario, demolidas
confiterías Cóndor Huasi (hoy Grand Hotel) y El Aguila, etc. El 23 de agosto de
1923 se formó el Consejo de Ingenieros, por decreto B N° 1087 de junio de 1927
entró en vigencia a consecuencia de la gran demanda de obras de arquitectura.
A los pocos meses de funcionamiento el presidente de la
institución, ingeniero Carlos Colombo, denunció ante el Po- der Ejecutivo
Provincial la falta de idoneidad de los responsables de las construcciones:
«<...estos señores son simplementes albañiles, los que obtienen patente como
maestros de obra, según se los denomina aquí, y no obstante la humildad del
oficio, sabemos que especialmente el último (da un listado de nombres) ha
sobrepasado la medida de toda tolerancia. Así vemos en la puerta de su
domicilio dos placas que dicen: Fulano -ingeniero-arquitecto-». En su defensa
algunos "albañiles" alegaron haber "perdido" sus títulos
cuando en el barco trasladaban sus pertenencias desde los países de origen.
Excusas que despertaron la sorna de los habitantes de la ciudad, así como
también la aparición de otras profesiones bajo el mismo pretexto.
Lo hecho, hecho estaba. Era indudable que, al no haber normas
precisas en un comienzo, dio pie para un sinnúmero de errores que el tiempo fue
decantando. Incluso y a pesar que existía una ordenanza de loteo del 13 de
noviembre de 1923, no se la respetaba, y muchos "señores" se
apropiaban de terrenos y construcciones precarias resultando engendros de
formas y dimensiones inverosímiles.
Los constructores o maestros de obras, llegados después de la
guerra de 1914, eran consultados por los "adelantos" que traían. En
ruedas de diálogos comentaron el uso de espejos en las construcciones de las
bocacalles por razones de seguridad. Ubicadas estratégicamente frente a frente,
permitían ver hacia atrás y hacia los costados como precaución ante posibles
asaltantes o por alertarse del paso de vehículos. Las desaparecidas tiendas
"El Siglo" y confitería "El Aguila", de esquinas calles 24
de Septiembre y Avellaneda, confitería "Condor Huasi", de esquina
Independencia y Avellaneda, tienda "Casa Rosa" y café
"Tokio", de esquinas Libertad e Independencia y otros solares
cercanos a la Plaza Libertad, al ser edificadas (1915-1944) asimilaron los
"adelantos" poniendo generosos paños de espejos en sus fachadas.
Las costumbres de los inmigrantes hicieron nacer necesidades
que se incorporaron al espacio arquitectónico y urbano. La mayoría de ellos,
por su origen latino, eran amantes de la música y el canto. Un nuevo
"intruso" integró la familia: el piano. Este instrumento de regular
tamaño requirió un espacio adecuado más el lugar del posible auditorio. También
en la decoración del ámbito, nuevos accesorios enriquecieron el patrimonio:
relojes a péndulo, cristaleros, ventiladores de techo, espejos, percheros, etc.
Las melodías del piano se oyeron por cuadras para deleite de vecinos y ocasionales.
Fue una moda en esos años, junto al mueble escritorio, definieron el nivel
social concentrado en los límites del actual micro centro.
Extraído del libro: Santiago del Estero. Recorrido por una
ciudad Histórica

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