Investigadoras santiagueñas rescatan registros de las mujeres que participaron de ese proceso, tanto de las que acompañaron a los expedicionarios españoles, como a las indígenas y las esclavas africanas.
Por Eduardo Espeche
La profesora e investigadora en Historia, Eugenia Hernández
Reimundi, forma parte de un grupo de investigadoras que desentrañan el rol de
la mujer en el período fundacional, como parte de una tarea de visibilización
que se abre paso en una Historia escrita mayoritariamente desde la perspectiva
masculina.
Esto se enmarca en una renovación historiográfica que desde
hace algunas décadas se concentra en el abordaje de estos grupos subalternos:
“Ubicar a las mujeres a las que no se las ha considerado actores principales de
la Historia y, aún es más difícil datar sobre todo Siglo XV, XVI y XVII por los
escasos documentos que se tienen. El principal análisis que se puede obtener es
a través de los cronistas y algunas cartas, testamentos y algunos otros
documentos, pero que aparecen escritos en clave masculina”. Esto será revisado
con una reinterpretación por parte de historiadoras y de una segmentación de
los documentos.
Los primeros nombres de mujeres que aparecen en esta etapa
datan de las primeras “entradas” exploratorias de los españoles Diego de
Almagro y Diego de Rojas, que descendían desde el Perú arrebatado a los Incas
hacia el Sur, en busca de tesoros, nuevos territorios y salidas al mar.
“Alén Lascano y Néstor
Achaval son principalmente los dos autores que nombrarán en esta segunda
entrada a Felipe Gutiérrez, Nicolás Heredia y al hijo adoptivo de Rojas,
Francisco de Mendoza. Esos historiadores nombran a Catalina de Enciso y para
ello citarán al cronista Diego Fernández, que hace referencia a la entrada de
200 españoles con la corriente conquistadora del Perú. Y mencionan a Enciso,
Leonor de Guzmán y Marilopez o María López”. Esos primeros nombres figuran en
esos documentos que se encuentran bajo análisis, en los cuales la escritura
castellana arcaica es difícil.
Enciso era compañera de Felipe Gutiérrez, Guzmán de Hernando
Carmona y Marilópez de Nicolás Heredia. “Cuando lo hieren a Diego de Rojas en
enfrentamientos con comunidades originarias que se resistían a la dominación
española, en la zona de Maquijata, quien lo va a asistir por esta flecha
envenenada, según los relatos, será Catalina de Enciso, a quien acusan de
envenenar al jefe de la expedición para que pueda asumir su compañero”.
Orestes di Lullo señala que ese adelantado “muere como
consecuencia de una flecha envenenada en 1543” y destaca “la calumnia contra
Catalina de Enciso, a quien se le atribuye haber dado un brebaje a Diego de
Rojas para causarle la muerte”. También rescata “la desesperación de todos ante
la muerte del jefe y, en especial, de Catalina que mesábase los cabellos
llorando enloquecida y diciendo que Dios había de castigar tan grande infamia”.
Los tres capitanes que acompañaban a Rojas morirían poco después.
“Ante esa situación,
Rojas deja como sucesor a su hijo adoptivo, Francisco de Mendoza. Ahí Catalina
ya aparece estigmatizada por el relato. Esta segunda entrada no prospera y se
vuelve, pero ella se queda en la región del Tucma y tiene una particularidad:
sabe escribir, lo que no es un dato menor ya que en esa época las mujeres eran
consideradas como menores de edad y era difícil que podría acceder a esta
educación”, destaca Hernández Reimundi.
La licenciada en Historia de la UNSE precisa que en el
Archivo Histórico de Asunción hay un documento de una demanda que ella presenta
1596, porque tenía a su servicio una india llamada Francisca, que se rebela.
“Los historiadores dicen que Catalina era una mujer que jamás se calló y citan
este documento donde ella denuncia este desconocimiento al mando y que esta
mujer se había negado a servir a la familia”, añade.
“Es importante rescatar que estos españoles venían
acompañados por sus mujeres, que no tenían un rol pasivo, todo lo contrario.
Leonor de Guzmán y Marilópez se destacarán en grandes luchas, en dos episodios
clave y cumplirán el rol de vigilancia, de espías, de pasar información. Es
apasionante poder reinterpretar y crear nuevos sentidos sobre cuál fue el rol
de la mujer y sobre todo en esta época para poder dar otra mirada sobre el
proceso fundacional de Santiago del Estero”, destaca.
Hernández Reimundi también enfatizó que un tema poco abordado
son las penurias que atravesaban esas primeras expediciones y las mujeres
padecían por igual: “El primer problema era el agua, el calor, el frío y, por
supuesto, la resistencia de las comunidades originarias. Preparar la
expedición, la conquista, la exploración, era muy difícil y penoso. Recordemos
que entonces la Corona Española lo que hacía era dar licencias para explorar,
pero quienes financiaban eran particulares que debían poner de su propio
bolsillo y contar con un capital importante. Los primeros años del siglo XVI
estas empresas no van a prosperar y se encontrarán con la resistencia. Luego
vendrán con la orden de fundar, no sólo explorar”.
HALLAZGOS
Hernández Reimundi también destacó un hallazgo reciente en
una investigación de la que participante la profesora de Historia María
Olivera, Evangelina Isaac, Karina Roldán, Alba Gallo. Se encontró una copia de
los documentos coloniales que están en Patrimonio Histórico de la Provincia:
“Ahí podemos nombrar a otra de las mujeres que es Catalina de Plasencia, en un
documento de 1585, cuyo original se encuentra en el Archivo de Indias. Su caso
también demuestra que no ocupan un lugar pasivo, todo lo contrario. Su marido,
Juan Gregorio Bazán, muere y ella presenta un documento donde pide que se le
reconozcan los servicios prestados por él”.
El docente señala que se trata de un documento largo y de
difícil lectura, aunque tiene el valor inestimable porque este conquistador
sería tío o primo de Francisco de Aguirre, a quien se nombra junto a Juan Núñez
de Prado. “Ella presenta testigos y hace una petición para que se reconozca a
este capital que era hidalgo y de grandes riquezas, que se desarrolla no sólo
en Santiago del Estero sino también en Purmamarca, donde él fallece. Luego ella
regresa a Santiago con su hija y su año y presenta este documento”, precisa.
Otro documento interesante pero del siglo XVII, en 1689, es
el testamento de doña Francisca de Díaz, que se encuentra en la revista del
Archivo de Santiago del Estero (encuadernación N º 2, tomo 8 ) . Es un tema
específico de María Olivera que está en proceso de tesis para abordar la
negritud en Santiago del Estero.
“Esta mujer en su
testamento hace referencia a tres esclavas por el valor de 1500 pesos, María,
Isabel y Simona. Isabel que está al servicio tiene a Sebastiana, de cuatro
años, y en el testamento dice 'la declararo, por el amor que le he tenido y ser
mi voluntad' darle la carta de libertad a esa niña. Menciona también a otra
esclava de 2 años a la que vende al capitán don Antonio de Luna Cárdenas, si no
me equivoco. También nombra a las hijas de Simona”, explicó Hernández Reimundi.
La docente resaltó que el grupo étnico más castigado será el
de mujeres indígenas: “En este contexto de los grupos subalternos durante el
contexto de la dominación española lo que podemos decir es que las indígenas se
llevan la peor parte porque van a sufrir la conquista porque fueron humilladas,
violadas e infectadas en este proceso. Y ahí también la función que cumplirán
en este proceso fundamental es que algunas se van a destacar por ser
traductoras, las voceras, o sean mediadoras culturales. Pero sí tienen una
condición de sumisión total, más allá de algunos casos en los que son
luchadoras”.
Pero también resultan afectadas las esclavas negras: “Tenemos
documentos sobre cómo las invitan a rebelarse o cómo utilizaban la medicina
natural para poder envenenar, escabullirse o liberarse de esta situación de
abuso de poder que se cometía contra ellas”, sostuvo la investigadora.
“Siempre las mujeres
aparecen en esa condición, acusadas, menoscabadas: son hechiceras, brujas y la
estigmatización que se hace sobre el género y que hoy se puede hacer una
reinterpretación, contextualizar y poder decir por qué se daba esta
situaciones. Y también poder rescatar que eran luchadoras, tenemos las primeras
educadoras o que se desarrollan y se desempeñan frente al campo de batalla”,
esgrimió.
En ese sentido, recordó que “los conquistadores llegaban y
morían, y quienes estaban en esas batallas eran esas mujeres que tomaban el
mando. Por eso la renovación historiográfica, porque muchas veces hemos tenido
interpretaciones en clave masculina, y se dan discusiones donde las
historiadoras también pueden poner otros aristas y sacar diferentes
conclusiones desde nuestra mirada”.
La sexualidad aparece como un factor de dominación. “En estas
investigaciones que estamos haciendo – explicó- hay algunos ensayos biográficos
muy interesantes de 38 mujeres que hace una doctora en Filosofía, Eloísa Gómez
Lucena, quien junto a otros historiadores peruanos aborda la sexualidad, la
prostitución – término utilizado en esa época, hoy Podríamos decir trabajadoras
sexuales- lo cual permite hablar de la diferenciación de clases. También se
ejercía poder y se establecían estas diferencias entre trabajadores sexuales
para la élite y ubicaba a otras trabajadoras para otros sectores. Podríamos
analizar estos nuevos sentidos y reinterpretación de la Historia sobre la estigmatización
de la mujer y en el grado en que las colocaban. Sobre eso también estamos en
proceso de investigación”.
“Todo parte de ejercer
ese poder. No sólo azotarlas esencialmente, sino el abuso sexual de las
esclavas, con amos que no reconocían ni naturalizaban a sus hijos, es algo
fuerte y triste y documentos sobre eso también hay para conocer sobre las
condiciones en las que estaban. Las esclavas sufrían el abuso sexual de sus
amigos, de eso tenemos un montón de representaciones hasta novelas y ensayos”,
agregó.
Hernández Reimundi recordó que las mujeres “no eran
consideradas sujetos de Derecho, eran tenidas como menores de edad y lo que
dispone la Corona Española es que los conquistadores tenían que venir con sus
mujeres; en la primera mitad del S.XVI llegarán pocas y algunos historiadores
manejan el número de 30, con Cristóbal Colón, y en la segunda parte vendrán
más, porque lo que quería se era mantener la pureza de sangre y que no se
involucren con los nativos. , algo que es imposible”.
Por último, reflexionó: “Si analizamos el aspecto social de
esa época tenemos a los blancos españoles, las comunidades originarias y
después como llegarán los esclavos traídos de África y se dará el mestizaje –
zambos, mulatos- que, a su vez, también se se mezclarán con los demás grupos
étnicos y darán lugar a otros. Por eso hay una disposición de España para que
los conquistadores vengan acompañados por sus esposas como obligación, aunque
también llevaban mujeres solteras. Pero es algo natural el proceso de mestizaje
de los grupos étnicos”.
Este trabajo pionero sobre la incidencia de las mujeres en
este período avanza con descubrimientos prometedores, que comienzan a echar luz
sobre estos grupos subalternos que casi no aparecen en los documentos
sobrevivientes y que la historiografía tradicional habitualmente subestimó para
centrarse en los héroes. Si son pocas las españolas que aparecen en esos
documentos, es casi imposible recuperar la voz propia de las mujeres algunas
veces en lo más bajo de la jerarquía colonial, porque sus discursos siempre
aparecen mediados por traductores, sin que existan registros propios. Pero es
un comienzo, para volver a reflexionar sobre un proceso muy complejo y no
cerrado de nuestra historia.
Fuente: noti.news

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