viernes, 28 de febrero de 2025

La Madre del Río.

 



Esta leyenda que corre por las poblaciones costeras del Río Dulce, es parecida a la de la teogonía, quichua o diaguita de yacu maman, que creía en una diosa menor, madre del agua, que guardaba en tinajas la lluvia del cielo.

El mito santiagueño de la madre del río o mayu maman, como también se llama en quichua, está representado por una hermosa mujer rubia que aparece sentada sobre la "primera ola" de la creciente, la cual, en los momentos de calma peina sus cabellos con una "ñajcha" de pescado o, a veces, con un gajo de "ulúa".

Afirman algunos haberla visto en su verdadera forma: mitad mujer y mitad pez, saliendo del agua en las noches de luna, para dejar su rastro en una "sola güella" sobre la arena, rastro que han de seguir las aguas del río en sus desbordes siempre cambiantes..

En Manogasta, Departamento. Silipica, la madre del río anuncia la llegada de las crecidas y la formación de bañados.

Muy semejante a esta leyenda, aunque difiere en su aspecto general, existe en el bracho y las costas del río Salado la Mailin Paya o vieja del bañado, una ficción con que antiguamente se asustaba a los niños.

Extraído del libro: El Folklore de Santiago del Estero de Orestes Di Lullo

ZAMBAS HISTÓRICAS Y TRADICIONALES POR JOSÉ ANTONIO FARO: "ZAMBA DEL 11"

 


El título de esta hermosa zamba, rememora al Regimiento 11 de Línea, cuando en 1814 y que se cubriera de gloria en las Guerras de la Independencia: Chacabuco, Cancha Rayada, Maipú, Nazca, Campaña contra Brasil, Guerra del Paraguay, etc.

A fines del siglo XIX, estaba destinado en la ciudad de Tucumán  y entre 1899 y 1910 en Santiago del Estero.

Dice Isabel Aretz en su obra citado que su autor sería el Maestro Cañete, Director de la Banda de este regimiento hacia 1884/90.

En Catamarca, se la conoce como "Zamba de Acuña" o "Cueca de Acuña ", atribuyéndose su autoría al Dr. Acuña.

Otra tradición, atribuye su orígen al Maestro Luis Bonfiglio, quien hacia 1887, dirigía la Banda de Música del Batallón de Policía de Catamarca.  Ese mismo músico publicó en 1889 un álbum de música criolla  titulado "Recuerdos Patrios" que contenía entre otras danzas, dos cuecas originales  (Carlos Vega op.cit.).

En Santiago del Estero, el Maestro Nicolás Segundo Gennero, recopiló de músicos populares una versión que publicara posteriormente e igualmente popularizaron otra versión Los Hermanos Díaz.

El Dr. Horacio Germinal Rava, en su libro citado "La Zamba de Vargas". Una leyenda histórica  (año1967) , refiere al siguiente episodio muy sugestivo, que transcribimos literalmente: "Don Antenor Roldán afirma que la primitiva pieza (se refiere a la Zamba de Vargas), habría sido llamada "Zamba de Acuña " recogida más tarde con el nombre de "Zamba del 11" y, funda su afirmación, en la tradición de su padre, Don Nicanor Roldán, que al oirla en 1891, ejecutada por la Banda, que en Santiago del Estero dirigía un Maestro de apellido  Nallar, embargado por la emoción, la individualizó como aquella que escuchara el día de la batalla ".

Don Nicanor Roldán también había participado en la célebre Batalla de Vargas.

EN MÍ ANDAR INVESTIGATIVO Y DE RECOPILACIÓN, ENCONTRE LA SIGUIENTE VERSIÓN:

"ZAMBA DEL 11" (Agustín Carabajal/Hnos. Díaz)

Cuando me tenga que ir
de tu lado me ausentaré
sobre la frontera
llamaron las filas
me voy, no quiero que llores.


El alba me verá alistarme
con emoción
cuando su diana
pelear con voz de clarín
le daré el corazón.
 

Dichas, penas y dolor,
conmigo han de amanecer
ven a despedirme cariño
tal vez nunca te vuelva a ver.

 

Bajo de un cielo azul
por la noche al soñar te vi
pediré a una estrella
que con el tiempo
pueda al volver,
encontrarte aquí.


Mi alegre corazón
nostalgioso te convocará
porque la alegría
se hará tristeza
al pensar, qué lejos estará.

DEL ARCHIVO GRÁFICO DE OMAR SAPO ESTANCIERO


domingo, 23 de febrero de 2025

"Tata Melcho"

 


Fue un personaje popular nacido en Simbolar, Departamento Banda que se llamaba MELCHOR BANEGAS.

Era, al decir de quienes lo trataron, un hombre menudo de condición muy humilde, respetuoso en el trato y muy querido y apreciado por la gente de La Banda y sus confines.

Vestía de poncho, chiripa y calzaba como algunos paisanos de esa época: ojotas y concurría diariamente a la casa de Don Luis Julio Ordóñez, a punto de ser considerado como de la familia. Aseguran algunos que, tanto en verano como en invierno, créase o no, se bañaba diariamente en el ya desaparecido "Canalito de La Banda".

Cuenta Don Luis, que muchas veces esta vieja arteria de riego estaba seca por diferentes motivos, Tata Melcho le pidió permiso al dueño de casa para bañarse.

Era muy aficionado a concurrir a cuanto velorio se llevaba a cabo en esa época, ya sea de parientes, conocidos o no. Llegaba al velatorio con cara de circunstancias; a poco de estar ya alternaba con los amigos o simples conocidos y lo hacía con todo apego y seriedad y como no tenía nada que hacer, se pasaba las horas en el velorio, amaneciendo con los que iban quedando y en muchos casos: solo, con la compañía del difunto.

Tenía su rancho en la finca del escribano Lauro Yoles.

Como ocurre siempre con estos personajes de leyenda, gustaba beber su buen vino y disfrutaba como nadie, el sabor de breves y esparcidos tragos, pero, manteniendo siempre la moderación alcohólica. No era de los que se emborrachaban pues en el fondo era un hombre respetuoso y nada confianzudo.

Con el correr de los años, se fue popularizando su figura inconfundible. Tanto fue así, que Los Hermanos Morales, conocidos folcloristas santiagueños, le compusieron una chacarera que comienza así: "Tata Melcho soy señor/ de los pagos del mistol/ de los tiempos de Taboada de 1822/ Tata Melcho soy señor. / Ahijunita tiempos guapos / de mi linda juventud/ hoy ya no me queda nada/ soy una sombra de ayer Tata Melcho soy señor / Rezador de corazón/ porque Dios me lo otorgó/ con mi consuelo aliviaba/ muchas penas y dolor. // Así es mi dolor/ nunca he de olvidar/ para que penar/ este gran dolor/ este Tata Melcho soy señor. // De un velorio a otro velorio/sabía las noches pasar/ que mañana tempranito/ como el chumuco nadar/Tata Melcho. soy señor /llevan polvos mis ushutas/del inmenso salitral/soy el hombre de la huella/soy tropero de verdad/ soy señor // Solo les pido al partir/ al partir pal campo santo/ que me canten alabanzas/ con. el bombo y el violín Tata Melcho soy señor de Alberto Morales, que alcanzó gran popularidad cuando la grabó Eduardo Ávila.

El fallecimiento de este viejo casi centenario, fue una noticia lugareña muy largamente contada.

"Por todo esto y porque quiero que la historia popular lo recuerde, hago esta pequeña e intrascendente biografía. Además, dos motivos fundamentales me obligan: primero, perpetuar un apelativo santiagueño y segundo señalar por qué adopté el pseudónimo de "TATA MELCHO" para firmar mis composiciones literarias. Un pseudónimo muy apropiado para mis temas de carácter popular ". JUAN FRANCISCO BIANCHI alias "Tata Melcho"

ARCHIVO GRÁFICO DE OMAR SAPO ESTANCIERO

domingo, 16 de febrero de 2025

Un fusilamiento militar que alteró nuestro país

El cabo Paz murió en enero de 1935 tras ser acusado por un Consejo de Guerra. Prostestas.



La historia nos remonta a los primeros días de 1935. El lugar: la vecina provincia de Santiago del Estero. En esta ciudad ocurrió un hecho que la conmovió tanto como a Tucumán y al país. El hecho en cuestión fue el fusilamiento del cabo del Ejército Luis Leónidas Paz, pena que le impuso un Consejo de Guerra porque Paz mató a su superior, el mayor Carlos Sabella. La condena a muerte generó protestas en todo el país y en especial en Santiago del Estero, donde el día de la ejecución el comercio cerró sus puertas. Nuestra ciudad tampoco estuvo tranquila y en especial las puertas de nuestro diario que fueron la caja de resonancia ante la posibilidad de tumultos se reforzaron las guardias policiales.

Según relato de nuestro diario, los tucumanos (al igual que el resto de los argentinos) esperaban que el presidente indultara Paz. “A las 13 aún no había noticias, la ansiedad continuaba, pues se vencía la hora señalada para el fusilamiento. Poco después de las 14 se anunciaba, sin confirmación primero y oficialmente luego, la ejecución del cabo Paz, arrancando la noticia un clamor en el que hubo dolor, lamento y protestas generales”.

La crónica agregaba que, tras conocerse el fusilamiento, la multitud dejó el frente del diario y “se encaminó insensiblemente hacia la plaza Independencia, los diversos grupos formados se juntaron, levantando una improvisada tribuna delante de la estatua de la Libertad”. Los oradores expresaron su “amarga queja” y protestaron por no haber sido escuchados “los pedidos de clemencia de diferentes personalidades e instituciones”. Los manifestantes luego siguieron por “Las Heras (hoy San Martín) hasta Junín para luego doblar por Mendoza”. En esa esquina efectivos del Escuadrón de Seguridad de la Policía pidieron que se disuelvan, cosa que no fue aceptada. Una carga policial disolvió a la marcha y hubo algunos contusos pero ningún detenido. Las horas de tensión vividas llevaron a todas las tropas de seguridad a mantenerse acuarteladas.



Paz tenía 28 años. Era santiagueño, aunque su familia era de origen catamarqueño, y muy popular entre la gente por su actuación como jugador de fútbol en el Atlético Santiago.

El arresto que le imponía Sabella dañaba su carrera. Lo iba a postergar en el ascenso, y justo cuando tenía pensado casarse con su novia, Zoila Ledesma. Con tres intentos de solicitar la revisión de la sanción ignorados con aspereza por Sabella; Paz se desconsoló y descargó seis tiros en el cuerpo de Sabella; fue detenido y se constituyó un Consejo de Guerra especial que lo condenó a muerte. El grupo acababa de volver de Tartagal donde estaba apostado en previsión de la posible escalada de violencia por la guerra entre Bolivia y Paraguay.

La apelación ante el Consejo Supremo de Guerra y Marina tuvo un resultado adverso y se confirmó la sentencia para el 6 de enero. El anuncio de la terrible condena indignó a la población santiagueña. El pueblo se solidarizaba con Paz. Les despertaba simpatía por santiagueño, por deportista y por buena persona. Cuando administraba el rancho, se las arreglaba para repartir el sobrante de comida entre la gente que se acercaba al cuartel.

La orden se cumplió a las 14.05 del 9 de enero de 1935. Nuestro cronista destacaba que tras 30 años se producía otro fusilamiento. En 1905 había sido fusilado un conscripto en el cuartel de la Recoleta.

Nuestro diario realizó una cobertura importante con enviados especiales y corresponsal. “Desde temprano se notaba, en varios barrios de la capital, un visible estado de nerviosidad, de verdadera impaciencia”, decía y agregaba: “un público numeroso se agolpó desde temprano, en los alrededores de los cuarteles”.

Donde la “pena y el dolor más profundo se sentían era en el barrio ‘El Triángulo’, donde nació y creció Paz, muchas de cuyas familias allí residentes permanecieron en vela llorando y rezando las mujeres, mientras los hombres seguían alentando aún la esperanza de que el presidente de la nación conmutara la pena”.

El comercio santiagueño cerró sus puertas desde la tarde del 8 de enero en adhesión “a las protestas del pueblo”. Además, adhirieron a las protestas los gremios que paralizaron todas las actividades provinciales. Los que estaban a las puertas del cuartel intentaron atacarlo, pero fueron controlados. La jornada fue tremendamente agitada con enfrentamientos, pedreas y golpes.

Un momento clave, previo al fusilamiento, fue el bautismo de su sobrina. “A las 11 concurrieron al cuartel del Regimiento 18 de Infantería la hermana del cabo Paz, Francisca Paz del Fernández, acompañada de la novia de éste, Zoila Ledesma. La hermana de Paz llevaba en brazos a su hijita Selva Argentina, de ocho días de edad, a fin de que fuera bautizada en el local del regimiento”. El cabo “sirvió de padrino a su sobrina, a quien el capellán del ejercito Amancio González Paz dio los óleos bautismales”.

El condenado escribió tres cartas las cuales fueron recibidas por nuestro diario que las publicó en exclusiva. Una iba dirigida a sus camaradas donde expresaba “Viva la patria. Adiós camaradas”. Otra para el pueblo en la que agradecía “todo lo que han hecho por mí”. Y la tercera a su hermana: “vos sabés cuanto te he querido y quiero hasta el último momento de mi vida” y “cuídate mucho y preocúpate de tu salud para que vivas muchos años”.

Fuente: La Gaceta 

viernes, 14 de febrero de 2025

Roberto Sily: La Vuelta al Mundo del Artesano

 Artesano, músico y artista de reconocimiento internacional, Roberto Sily vive en el B° Jorge Newbery y es el hombre más sencillo que se pueda imaginar; al mismo tiempo, una fuente inagotable de anécdotas y experiencias. Conoció tres cuartas partes del mundo, pero decidió vivir en el Newbery. Esta es parte de su fantástica historia.

 


Era la hora de comer en casa de los Sily y el padre de Roberto estaba enojado porque su hijo no dejaba de tocar el bombo. "¿Por qué molestas tanto con ese bombo? ¡Ponete a estudiar...!" le dijo a su hijo. Más tarde su madre le preguntó que estaba estudiando. "Cristóbal Colon", fue la respuesta de Roberto, y agregó: "Como este tipo, yo voy recorrer el mundo tocando el bombo". Don Sily se enojó y le pego una paliza memorable. Así empieza el romance de

Sily, con sus bombos y el mundo. Artesano, músico y artista de reconocimiento internacional, Roberto Sily vive en el B° Jorge Newbery y es el hombre más sencillo que se pueda imaginar, al mismo tiempo, una fuente inagotable de anécdotas y experiencias.

"Esto lo aprendí viviendo en el campo. La Puerta del Jardín, donde vivía mi abuela y un peón, hacia tinajas de palo borracho. Entonces se me ocurrió que podía hacer un bombo. Lo hicimos. Era muy pesado y había que levantarlo entre cinco. Era chango chico, 12 o 13 años... eran cosas de hurgueto", relata Sily.

En su familia se tocaba guitarra y violín, por eso Roberto lleva la música en sus venas, y el ritmo, obviamente.

Habla de su pasado con alegría de niño: "Desde muy chico era andarín. Me gustaba la noche. A los 15 años era músico de cabaret.

Falsificaba los permisos que los firmaba el placero". Por aquellos años el pequeño Roberto tocaba la batería en distintos grupos. Hacía uso de su condición natural para las cuestiones rítmicas de la música, hasta que llegó su gran momento junto a Hugo Díaz, en pantalón corto y descollando con su bombo.

Viajante incansable

Pero su travesía más grande fue en el año '70, cuando viajó a escondidas -en tren- a Buenos Aires con "Las trincheras santiagueñas", un grupo de folklore. Se trajo una medallita. "En conclusión -dice Roberto- y volviendo a lo de Cristóbal Colon, llevo recorridas tres cuartas partes del mundo".

Oriente, Europa, el norte y centro de América son algunos de los lugares que visitó.

Pero no solo de viajes vive el artesano... Sily es un creador, tal vez el escalón que le sigue al simple "hurgueto". Nacieron de él el 'sacha bombo, la tumba india y hasta el bombo cuadrado, invención por la que tiene jugosas ofertas de fabricantes de baterías del Japón.

Además, Roberto agiornó al bombo tradicional. "Había cosas que no se podían hacer. Empecé a utilizar barniz cuando era una cosa de terror y hoy todos bamizan. Me decían que las argollas eran extranjeras... con la suerte que tuve de viajar pude conocer mucho y comprobar cosas, sonidos.

Muchos dicen que el bombo viene del tambor español, pero yo estoy seguro que procede de África, de los negros".

Sily viajó por primera vez a África en 1980. Había muchos problemas en aquella época por el racismo y el apartheid. "Yo solo quería ir por la música. Al final fuimos cinco argentinos y trajimos tres primeros puestos compitiendo con 29 países. Era la primera vez que viajaba en avión, íbamos semi asustados (sic), pero lo que más asustaba era la diferencia de horario. Los días parecían más largos y teníamos poco tiempo para dormir la siesta", rememora entre risas.

Sily admira todo 114 que conoció, en tierras lejanas, pero su profundo amor por su monte es el que lo humedece los ojos de emoción. El monte tiene algo. Esa tranquilidad, hay un contraste con la locura que conocí en Japón. El amanecer, buscar la planta, el árbol..."

Tanto le impresionó lo que vio, abundante tecnología, que durante la segunda visita a Japón Roberto se enfermó y necesito ayuda psicológica. "Quería abandonar todo, estuve seis meses. En ese momento, año '85, cobraba 1500 dólares quincenales y hoy tengo una propuesta para volver. A ellos no les entra en la cabeza que un hombre esté con una barreta o un fierro cavando un bombo, si ellos con láser cortan la madera del grueso de un cabello. Pero admiran tu trabajo”.

Contagia la energía del artista- artesano, se mueve de aquí para allá, busca fotos, husmea en sus recuerdos. En algún momento revela el instrumento de percusión que le regaló el brujo de una tribu zulú africana, para después enseñar una foto firmada por la "Negra" Sosa, más flaca que se haya visto. Es del '78.

DE JACKSON A SUMMER

"Tuve la suerte de tocar con los monstruos más grandes: Ariel Ramírez, Domingo Cura, Jaime Torres, Mercedes Sosa, Lito Vitale... En Japón conocí a un tal Michael Jackson, que ni sabía quién era, y también a una negra que se llamaba Donna Summer. Cuando vine aquí no conseguía el disco de ella porque yo pedía el de Dora Saner. Me acordaba de una vecina, Dora".

Donde no la pasó tan bien fue en Colombia, un hombre de negocios lo llevó a vender los bombos y lo dejó abandonado. "No tenía los bombos ni plata ni pasaporte ni ropa. Me dejaron en el aeropuerto. Demoré cuatro meses para volver a pie, en burro, en bicicleta. El último tramo vine de Salta en un camión con azúcar hasta Tucumán. Eso quiero que sepan los artesanos para cuando los quieran llevar que pidan pasajes de ida y vuelta; que no se vayan así nomás".

Le preocupa la situación del artesano local. "No tengo una venta masiva de bombos, yo vivo con los mismos sobresaltos que cualquiera. Me falta para la nafta, para comer. Después de haber hecho tanto, no puedo terminar en el Parque Oeste debajo de una chapa.

No quiero desprestigiar, pero si van a hacer una cosa buena con los artesanos que les den un buen lugar donde dignamente puedan tener sus trabajos, un lugar seguro donde no le roben y no tener que estar sacando las cosas. Que nos faciliten a los que trabajan con las manos, evitarles la burocracia para no caer en manos de algún pulpo que te quite las cosas".

Cada anécdota que sale de su boca es saboreada totalmente. Vuelve a vivirlas al contarlas. Son marcas que han quedado para siempre en su alma de artista.

Quizás en este momento Roberto Sily se encuentra rumbo al monte adorado, montado en la vieja motocicleta que lo acompaña desde hace años y pensando en el árbol que llamará su atención para crear un bombo y así, al ritmo de la chacarera o de una danza africana, mezclarse con esa naturaleza de la que ya es parte.

"Santiago tiene sus misterios esa soledad... puedo asegurar que teniendo todo lo que pueda tener en otro lugar, yo me volvía", afirma. Lo dice de verdad.

Por Maximiliano Rodríguez / Fuente: NOTIEXPRESS

jueves, 13 de febrero de 2025

Puente Carretero: Se habilitó la circulación de vehículos

 Nota periodística del diario El Liberal, año 1927

 


Quedó habilitado el puente para el tránsito de automotores y carruajes, con lo que se pone fin a las penurias de quienes debían atravesar el río.

La Banda, 12 de octubre de 1927. Finalmente, ayer quedó habilitado para el tránsito de automotores y carruajes el Puente Carretero, un orgullo tanto para santiagueños como para bandeños. Aun cuando se ha fijado un horario operativo que va de las siete de la mañana a las siete de la tarde, se estima que pronto se levantará esa medida.

La historia de esta majestuosa obra de ingeniería, que viene a solucionar un serio problema de comunicación entre las dos ciudades más Importantes de la provincia, comenzó oficialmente hace más de cuatro años, el 27 de agosto de 1923, cuando se presentó a la Cámara de Diputados un proyecto, firmado por don Manuel Suffloni, para construir un camino de Santiago a La Banda, por el Puente Carretero en construcción.

El 7 de diciembre del año siguiente, la empresa Bogliotto, Binda y Cía. terminó la armadura metálica del puente, y en 1927, el 8 de febrero, a las cinco de la tarde, pasó, en viaje experimental, el primer tren. Cuatro días después, el 12, se inauguró oficialmente, con la presencia del gobernador de la provincia y su comitiva, aun cuando faltaba la calzada para el tránsito de vehículos, que desde ayer está habilitada.


Fuente: La Banda, imágenes y recuerdos – Testimonios. De Lidia E. Grana de Manfredi - María de las N. Salido de Martínez

viernes, 7 de febrero de 2025

Antes, desde el puente negro algunos borrachos caían al agua y se ahogaban

 Por Alberto Bravo de Zamora

 


De La Banda hasta Santiago
Hay un puente que cruzar
No le empines mucho al trago
Porque puedes resbalar.

Con respecto al segundo verso de esta copla, cuando expresa: “hay un puente que cruzar”, me parece oportuna la siguiente aclaración: Por lo general, los santiagueños cuando escuchamos esta parte, pensamos en el puente carretero, pero en realidad hace referencia al viejo Puente Negro (fuera de servicio desde hace muchísimos años), al que podemos ver desde lejos en nuestra costanera.

Antes de 1927, año en el que se inaugura el puente carretero, una de las maneras de unir Santiago y La Banda era el bote. Éste salía a la mañana temprano desde la orilla de La Banda, a la altura de El Polear y terminaba su recorrido en nuestra ciudad capital, poco antes de lo que hoy es la Universidad Católica. Volvía a La Banda poco después del mediodía. Los bandeños, que venían juntos luego de realizar sus gestiones, tenían por costumbre, que los que se desocupaban primero esperaran a los demás, en un bar situado en Alsina y Olaechea, a quinientos metros aproximadamente de donde tenían que tomar el bote de vuelta. El lugar se llamaba “La Amistad”. Eran tan habituales las peleas que se armaban entre los parroquianos, que con el tiempo el ingenio popular le cambió el nombre de “La Amistad”, por el de “Luna Park”.

Otro medio de comunicación era el ferrocarril, que, con varias frecuencias diarias, corría por el “Puente Negro”, siendo la última a las veintiuna desde Santiago a La Banda. Finalmente, también se podía cruzar caminando. O sea que quien perdía el último tren, debía hacer tiempo hasta las cinco y media de la mañana en que salía la primera frecuencia o, caso contrario, volver a pie.

En aquel entonces, una de las posibilidades de pasar la noche, era quedarse en la “Esquina al Campo”, situada en las calles Jujuy y La Plata, a dos cuadras de la estación. El boliche se denominaba así, porque cuando comenzó a funcionar, nuestra ciudad hacia al norte, finalizaba precisamente en ese lugar. Esta manera de “acortar las horas” con música y alcohol, era la elegida invariablemente por Julio Jerez.

La otra alternativa, que es a la que se refiere la copla, era volver a pie. El recordado Puente Negro tenía, aproximadamente, mil ochocientos metros de largo; la parte peatonal del mismo estaba dos metros más abajo y corría paralelamente a las vías; la pasarela o tablón por el que se caminaba, era de treinta y cinco centímetros de ancho y sólo tenía para tomarse una endeble baranda. Como podrá advertir el lector, el consejo de la copla era plenamente justificado, ya que era peligrosísimo cruzar el puente con varios tragos de más.

Mi pariente Marcelo Ábalos Alcorta, me dijo al respecto: “De chico he escuchado a la gente mayor afirmar que varios borrachos habían caído al agua y que más de uno se había ahogado.”

Fuente: Patio Santiagueño (Facebook)

La Chacarera del Polear o de Media Flor.

 


El emblemático poema escrito por el célebre poeta bandeño CRISTOFORO JUÁREZ es un homenaje al pueblo de EL POLEAR, histórico paraje del primigenio territorio bandeño donde don Cristoforo vivió y pudo conocer y rescatar a inolvidables personajes del lugar.

En su publicación "Llajtay pago mío" (1974) don Cristoforo recupera innumerables datos sobre los orígenes de ese histórico pueblo y salva del olvido a notables hombres que vivieron allí.

El "viejito Shinfu" fue el curandero del pueblo y lo hacía mirando "las aguas" de cada paciente.

La gente del lugar le tenía fe y acudían tarde y mañana llevando "sus aguas" para curarse de los distintos males que les acusaban.

Blas Noriega "el famoso rastreador".

Fue un paisano del lugar conocedor del terreno, de los campos y de los caminos desde la margen izquierda del Río Dulce hasta casi llegando al "salado".

Fue un especialista en rastrear animales cuando estos se perdían. Gran conocedor de picadas y atajos del monte santiagueño cuando alguna vez se escaparon tres presos de la comisaría del lugar él fue parte importante a la hora de seguir el rastro para encontrar a los reos fugados, su nombre había logrado prestigio en esos menesteres.

Eusebio More, músico y violinista del lugar. Cuenta don Cristoforo que fue cautivado por el virtuosismo que poseía en sacarle notas al violín. Alguna vez lo escucho en una fiesta patria en la escuela del lugar. El célebre músico, compositor y recopilador santiagueño Manuel Gómez Carrillo tuvo oportunidad de escucharlo y lo comparo con un violinista de la filarmónica de París, donde hacía poco había estado.

"Tata Mañu" fue otro músico arpero autodidacta de esos lares. Con su arpa interpretaba música silvestre, auténtica del lugar.

Murió en la pobreza, pero su nombre está eternizado en el poema de don Cristoforo como otro habitante de ese paraje.

La chacarera de Media Flor o la del Polear es interpretada hoy por numerosos músicos y cantores. El texto de don Cristoforo fue musicalizado por Juan Bautista Díaz, según el registro de SADAIC, pero también fue musicalizado por Carlos y Agustín Carabajal como "Chacarera de Media Flor" interpretada por Carlos Carabajal e incluida en un disco de chacareras del año 1976 editado por el sello Polygram.

Sin duda es una de las más emblemáticas obras musicales históricas del cancionero santiagueño de raíz folclórica que nunca debemos dejar de escucharla.

                         Miguel Coria

El bulón de oro del Puente Carretero

 

Bien sabía el capataz de obra que estaba creando un mito que circularía entre los santiagueños. Ocurrió en 1927, cuando terminaban la construcción del Puente Carretero que une a la Ciudad de La Banda con la Capital de Santiago del Estero.

Dicen que Don Salvador Catálfamo entregó un bulón igual al resto de los que sostienen la mole de acero, pero de oro, y ordenó atornillarlo en un lugar estratégico, secreto. Juraron no develar la ubicación y así ocurrió. Hasta hoy.

El ingeniero Juan José Gisbert investigó el mito. Indicó que no hay registros del bulón en los libros de la Dirección Nacional de Puentes. Tampoco los inventarios de la empresa constructora de Ruhr, Alemania, dan cuenta de él.

Lo cierto es que la inmensidad del puente impediría que cualquier caza mitos se haga de la infeliz gloria de tener para sí el pedazo de oro, el pedazo de historia del Puente Carretero, el ícono de Santiago del Estero.

Desde la secretaría de Turismo de Santiago, Gabriel Ferraris informó que “esto es parte del folklore, se dice que algunos pescadores pudieron localizarlo”. Sostuvo, además, que se encontraron raspados que indicarían su búsqueda.

Por otro lado, no hay datos certeros sobre los dichos que asocian la construcción a un regalo de Alemania en “compensación” por los buques mercantes argentinos que fueron hundidos durante la Primera Guerra Mundial.

El Puente -explicó Ferraris- es similar a otros de Sudamérica y se construyó en la época de la Guerra. Los mitos que lo rodean circulan por generaciones entre los santiagueños e inmigrantes alemanes que vinieron por su construcción.

El arquitecto José Costas, coordinador del Área de Turismo en la Casa de Santiago en Buenos Aires, dijo que los orígenes de la obra se remontan al gobierno de Irigoyen conjuntamente con el de Manuel Cáceres, entonces gobernador de Santiago.

Lo que no se pudo desmitificar es la existencia del tornillo. Quién dice si alguna vez Desde el puente carretero alguien vio brillar el bulón de oro y haya mirado para el Río Dulce. El imaginario no se romperá, aunque quien escribe abra esta cajita.

Fuente: microfolklore

jueves, 6 de febrero de 2025

Elpidio el de la Sachaguitarra

Por Jorge Daniel González


Con la brisa calurosa propia de los albores santiagueños y el espejo sin nubes del cielo sobre el dorado camino agreste, el paisaje atamisqueño relata en nombre de sus pueblerinos, su rica historia de digna pobreza y riqueza en las manos y en el alma. Allí, a tres cuadras de la humilde terminal de ómnibus donde a la siesta descansa hasta el sonido ambiental, habitauno de los hombres que le dio a esta parte de Santiago del Estero un respeto y reconocimiento inigualables: es el luthier, músico y docente Elpidio Herrera, el creador de la guitarra del monte, el que enseñó a sus jóvenes de Atamisqui, el camino del progreso y que adoptando y transmitiendo los recursos de la vida heredada, los brazos trabajadores serán incansables hasta cumplir los sueños propios.

El origen de la Sachaguitarra

“Una mujer, orgullosa por tener representantes atamisqueños en la música, se arrima a mi madre y le entrega un porongo, la calabaza del mate, pero en grande y con una sugerencia: ‘Esto es para Elpidio, como él es muy travieso, seguro será capaz de armar una guitarra’, y sin querer, esta señora le estaba dando la caja de resonancia a la futura Sacha-Guitarra”, relata, emocionado, Elpidio Herrera.

Don Sixto Palavecino recomendó que la nueva guitarra no se llame Caspi-guitarra (Caspi=madera, palo en voz quichua) sino Sacha-guitarra (Sacha=monte) para homenajear a toda la gente del monte. “La perfección del instrumento llegó a través de una serie de inquietudes, pero reconociendo que me facilitó su construcción, los logros y los conocimientos en formación técnica y haber hecho docencia en mi pueblo”, dice Herrera.

Es aquí cuando todo el aprendizaje de sus años de niño se cristaliza: colaborador en el taller de orfebrería de su padre, aprendió que todo esfuerzo tiene sus frutos: “Usé las matemáticas para la división de los trastes de la guitarra y no sólo eso, sino calculé el largo del mástil donde va calado el diapasón, más las distancias del primer puente hasta el segundo donde se sostendrán las cuerdas. Hay que entender que yo consigo el fruto, pero dependo del tamaño de su naturaleza. Luego llego hasta cerca del puente donde la tensión es mayor, las vibraciones más cortas más el aire cerrado en la caja. Al terminarla, mi idea no era rasguearla sino buscar otra forma de ejecución y entonces llego al arco. Primero saqué sonido golpeando con una cuchara, raspando con las cerdas de un pincel, pero parecía un gato pisao, hasta que lo logro con un arquito largo como una birome, con doble cerda, llevándola al interior de la caja”, describe.

Cuando se le pregunta sobre su niñez, Elpidio parece un niño mientras habla de esos años. Su primer instrumento fue una armónica que le regaló su madre a los seis años y que tres años después aprendió sus primeras notas en la guitarra. El horizonte de su terruño tiene la mística de la nostalgia porque allí tenía su rancho el padre, aquel hombre que cuando no guitarreaba trabajaba en su taller de orfebrería y platería. Allí estaba el niño Elpidio ayudando con herramientas o simplemente mirando las raíces de un oficio, desconociendo de payanas y bolitas y adoptando conocimientos que iban a marcar el destino de su vida. Cuenta: “Me crié en un ambiente de musiqueros, rodeado de mi padre guitarrero. Uno de mis tíos tocaba el violín y otro el mandolín. Ésta era la única forma de escuchar música ya que en esos años escaseaban las radios folklóricas. Además, pocos tenían vitrolas”, dice Elpidio.

Musiquero en las sombras

 “Hasta terminar la primaria, yo era un musiquero con guitarra y armónica -sostenida con un hilo para que pudiera hacer las dos cosas- pero me daba vergüenza tocar; por ejemplo, en mi familia me exhibían como una cosa rara cuando había visitas y me obligaban a cantar. Al negarme, la paliza estaba asegurada. Recuerdo que en los actos de escuela siempre estaba para tocar; fueron años que jamás olvido. Pero al terminar esta etapa estudiantil, las cosas cambiaron", recuerda este hombre nacido en la Navidad de 1947.

Un inspector de escuela llamado Mariano Moreno le propuso al joven Elpidio comenzar sus estudios secundarios en la escuela Técnica de La Banda. Con los años su profesión de técnico mecánico le plantó la semilla del crecimiento: su deseo era estudiar ingeniería. Viajó a Buenos Aires, pero el trabajo le dio vuelta la cara. “Fui con todas las ilusiones de ser ingeniero, pero fracasé porque no conseguía trabajo estable. Eran épocas difíciles." Entonces hizo esto: volvió a Santiago del Estero.

El regreso fue otra buena jugaba en su vida. Un cura alemán le contó que en Atamisqui había muchas cosas por hacer y le propuso fundar una escuela secundaria, en la cual el Elpidio ya adolescente iba a enseñar matemáticas y química. Por esos años su hermano formó el grupo Los Coyuyos Atamisqueños. Con ellos cantó en LV11, la radio más importante de la provincia. Su única experiencia musical había sido un grupo de cumbia llamado Los novios con dos guitarras, una guacharaca casera y una suerte de timbaleta con sonido a bombo legüero. Tras debutar en el famoso "Alero Quichua Santiagueño" de Don Sixto Palavecino y Felipe Corpos, los sentimientos de Elpidio adoptaron un compromiso por Los Coyuyos y quería cambiar parte del estilo. “Se me ocurrió aportar, basado en los relatos de nuestros viejos, la Caspi-Guitarra, guitarra de palo, la que ellos encordaban -porque no había cómo comprar una. A mi Caspi la encordé con todas las cuerdas metálicas y la presenté en el conjunto, una especie de guitarra eléctrica sin enchufar”, narra.

El sachamuseo

La popularidad de las creaciones del luthier admirada por los argentinos en muchas provincias del país y expuestas en países europeos como Alemania, permitieron crear en julio de 2007, con el apoyo del estado santiagueño, el Museo de la Sacha guitarra -ubicada en la entrada de la casa de Elpidio Herrera en Villa Atamisqui-, un espacio que no sólo exhibe sus invenciones musicales como la Sachita, la x-10, el garrote, la Caspi o la Sacha, sino también brinda un espacio a lo artesanal y cultural de los santiagueños. Elpidio Herrera guarda en su persona el latir de lo montaraz y lo nativo. Es raíz que crece bajo el cielo despejado y en lo cotidiano pinta con sus ojos la humildad propia de su tierra. Por eso se lo reconoce como una figura en la cultura argentina, hijo de la tierra agreste en la que nació el instrumento que trasciende su nombre.

Fuente: Patio Santiagueño