Bien sabía el capataz de obra que estaba creando un mito que circularía entre los santiagueños. Ocurrió en 1927, cuando terminaban la construcción del Puente Carretero que une a la Ciudad de La Banda con la Capital de Santiago del Estero.
Dicen que Don Salvador Catálfamo entregó un bulón igual al
resto de los que sostienen la mole de acero, pero de oro, y ordenó atornillarlo
en un lugar estratégico, secreto. Juraron no develar la ubicación y así
ocurrió. Hasta hoy.
El ingeniero Juan José Gisbert investigó el mito. Indicó que
no hay registros del bulón en los libros de la Dirección Nacional de Puentes.
Tampoco los inventarios de la empresa constructora de Ruhr, Alemania, dan
cuenta de él.
Lo cierto es que la inmensidad del puente impediría que
cualquier caza mitos se haga de la infeliz gloria de tener para sí el pedazo de
oro, el pedazo de historia del Puente Carretero, el ícono de Santiago del
Estero.
Desde la secretaría de Turismo de Santiago, Gabriel Ferraris
informó que “esto es parte del folklore, se dice que algunos pescadores
pudieron localizarlo”. Sostuvo, además, que se encontraron raspados que
indicarían su búsqueda.
Por otro lado, no hay datos certeros sobre los dichos que
asocian la construcción a un regalo de Alemania en “compensación” por los
buques mercantes argentinos que fueron hundidos durante la Primera Guerra
Mundial.
El Puente -explicó Ferraris- es similar a otros de Sudamérica
y se construyó en la época de la Guerra. Los mitos que lo rodean circulan por
generaciones entre los santiagueños e inmigrantes alemanes que vinieron por su
construcción.
El arquitecto José Costas, coordinador del Área de Turismo en
la Casa de Santiago en Buenos Aires, dijo que los orígenes de la obra se
remontan al gobierno de Irigoyen conjuntamente con el de Manuel Cáceres,
entonces gobernador de Santiago.
Lo que no se pudo desmitificar es la existencia del tornillo.
Quién dice si alguna vez Desde el puente carretero alguien vio brillar el bulón
de oro y haya mirado para el Río Dulce. El imaginario no se romperá, aunque
quien escribe abra esta cajita.
Fuente: microfolklore
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