El 12 de noviembre de 1948, el silencio se posó sobre Santiago del Estero. Aquel día partía Francisco Benicio “Soco” Díaz, músico, autor y compositor, mitad de un dúo que marcó un rumbo en el canto popular junto a su hermano Julián “Cachilo” Díaz: los inolvidables Hermanos Díaz.
Su nombre quedó prendido
en la memoria de los patios y en la voz de quienes lo oyeron tocar. Un año
después de su partida, la señorita María Botargues le rindió homenaje recitando
una vidala escrita por el Dr. Rodolfo Arnedo, titulada “Sentido estoy”, un
poema que parece brotar del mismo corazón de la tierra:
Hermano fue tu partida,
tristeza, llanto y dolor,
toda mi ilusión perdida,
sentido estoy.
Nada ha quedado en la
casa,
solito está mi corazón,
ni el tum tum de tu caja,
sentido estoy.
Qué hora más triste
aquella
en que se apagó tu voz,
y perdí mi única
estrella,
sentido estoy.
Silencioso se halla el
huerto
y tu fuelle sin clamor,
como si estuviera muerto,
sentido estoy.
Cuando despiertan las
alas
con ansias de oír tu voz,
hay un gemir de vidalas,
sentido estoy.
Haz que suenen tus
vidalas
y de nuevo tu canción,
con el fulgor de sus
galas,
sentido estoy.
Aquel homenaje, pronunciado en noviembre de 1949, fue más que un recuerdo: fue un modo de mantener vivo su legado en el aire del monte y en la voz de su pueblo.
La investigación forma
parte del libro inédito “Biografías de folcloristas santiagueños (Primera
parte)” del escritor Omar “Sapo” Estanciero, quien resguarda en sus páginas la
memoria de quienes dieron forma al alma musical de Santiago.

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