sábado, 15 de noviembre de 2025

Filosofía de vida en la zamba de pedro Evaristo Díaz: Yo les pregunto por qué

 


Por Luis Ernesto Melano

Profundizar en la vida y obra de Pedro Evaristo Díaz, es conocer y aprender sobre el polifacético entorno humano y cultural que fue atesorando en su dilatada existencia con los que constituyó su gran acervo nativo tradicionalista, del que se sintió muy orgulloso de pertenecer, acrecentar y defender.

Yo mismo me sorprendí escribiendo estos comentarios porque el tema tratado por este enorme santiagueño, autor de la zamba “Yo les pregunto por qué”, es muy hondo. Como todo lo que escribió, nos convoca a reflexionar en un tiempo en que el hombre cada vez es más individual y muchas veces, considerando el contexto en que habita, esa individualidad hace que se equivoque llevándolo a perder la visión de conjunto, de comunidad y por ello… duda.

Como hombre que nació y vivió en el campo, Pedro Evaristo aprendió muy bien que pensar es crecer en preguntas, incógnitas que van enriqueciendo la vida de una persona con una mirada hacia todos los rumbos de la existencia porque somos de adentro para afuera. Nuestro espacio interior busca permanentemente interpretar, conocer el afuera que nos circunda, interpretarlo. Porque cuando pensamos, estamos yendo tras una verdad como apartándonos de la vida, mirándola desde lejos y este acto, es lo que nos permite dimensionar el aquí y ahora.

La pregunta detiene, es como un semáforo interior. Como generalmente uno se indaga, Díaz se indagó planteándose preguntas de orden existencial en esta letra: ¿Por qué a mí? ¿Por qué la vida es tan injusta? ¿Por qué me limita y provoca este dolor? Indudablemente, se realizó otras preguntas, pero la determinante es: ¿Por qué a mí?

La letra de esta zamba plantea una auténtica filosofía sobre la existencia dejando algo muy en claro: la circunstancia que le tocó vivir. A veces, simplemente, no hay nada que comprender. Parece fácil, pero no lo es. Por lo tanto, nos deja una enseñanza: aprender a reparar en lo frágil y efímero que somos los seres humanos en este universo donde lo único y seguro es el cambio permanente. Por eso las personas no somos sino un “ir siendo”, un “vamos siendo”. Es en ese camino que debemos ir cambiando, adaptándonos al nuevo momento que incesantemente se repite.

“Yo les pegunto por qué”, profunda reflexión sobre la ceguera, expone una conversación consigo mismo dolorosamente reflexiva. Por momentos es desesperada; el protagonista, Pedro Evaristo Díaz, está enojado con el destino. Y aquí es bueno detenerse un momento para dejar aclarado que muchas personas asocian el destino con la suerte y esto no es correcto porque se trata de una confusión, no se ajusta a la realidad de lo que estamos tratando. Refiero a este punto porque lo que plantea este gran hombre es muy importante.

Veamos entonces qué es la suerte. Tiene varias acepciones:

▪︎ La suerte que nos sonríe hoy nos vuelve la espalda mañana. Por lo tanto, es voluble. Es decir, cambia frecuentemente.

▪︎ La suerte está en relación con sucesos contingentes del mundo, con algo que puede o no suceder.

▪︎ La suerte tiene algo de superstición, como las brujas.

Veamos qué es el destino. Tiene estos significados:

▪︎ El hombre viene al mundo con un destino y ese destino es inmutable.

▪︎ El destino se relaciona con los designios necesarios de la providencia.

▪︎ Cuando ya no podemos con ciertas desdichas incomprensibles, ocultas en el espíritu universal, como la “palma de los mártires” (significado que se le dio en la época pre-cristiana, es decir cuando era una religión perseguida por el Imperio romano, fue considerada como un símbolo de victoria del espíritu sobre lo terrenal y la carne, así como un símbolo del renacimiento y de la inmortalidad.), invocamos el favor del destino, esperanza de nuestros dolores.

▪︎ El destino remite, refiere a algo de sistema, como la razón; algo de dogma, como la fe.

Si perder la visión es un cambio profundo en la vida de una persona, debemos preguntarnos ¿cuál sería el camino que conduce a enfrentar la nueva realidad? El camino es el cambio porque ante esa pérdida total de la visión, una persona debe cambiar, prepararse para enfrentar “el yo y mi circunstancia”.

Amargo destino de andar sin llegar

Pero el asunto es también, y lo más importante, “situarse, ponerse en el lugar de Evaristo”. De hecho, lo mío es un intento de ponerme en su lugar escribiendo este artículo para el que fui convocado, conociendo un poquito su personalidad a través de sus letras y de los comentarios que me hiciera su nieto. Imagino su lucha, el dolor que lo habrá ido carcomiendo porque, parafraseando a mi padre, Pedro Evaristo Díaz “se vio como el ciego que sufre su amargo destino de andar sin llegar”.

Para redactar el presente y otros artículos sobre la vida de este gran autor y compositor, su nieto Emilio Chuni Cardozo, me comentó muchos aspectos de la vida de su abuelo. Por ejemplo, el diabetólogo que lo atendió le anticipaba sobre su enfermedad. Contra ella, don Pedro tuvo que aprender a lidiar con las limitaciones de no poder ver y aprender a ser paciente, entender que ante el desconocimiento a lo que vendrá hay temor y porque cuando se deja de ver, se deja de ser una persona con los mismos anhelos que cualquiera otra porque pasa a ser parte de un grupo social que lucha contra cierta marginalidad, lucha contra muchos obstáculos y sobre todo, debe desaprender lo aprendido aprendiendo a generar nuevos aprendizajes.

Algo para lo que don Pedro no tuvo tiempo: “…Lamentablemente a la semana falleció de un cuadro depresivo total”. Él fue un hombre que toda su vida luchó, dada en el contexto físico (campo) y humano de su tiempo. Durísimo para una persona que siempre estuvo en actividad verse de pronto completamente limitado, emocionalmente sin fuerzas para afrontar su circunstancia. Por eso la contundencia de los versos:

…y se ha metido en mi ojos/que cruel ha sido el destino.

…y condenado a que viva/esta inmensa oscuridad.

…la luz que necesitaba/me ha traicionado el destino (expresada con tanta vehemencia y crudeza, personificando al destino por “haberlo tratado tan mal”).

…llega la noche y me cubre/con su oscuro manto negro.

…hasta el lucero perdido/ninguno se compadece.

…yo les pregunto por qué/le niegan la luz a un ciego.

Los versos finales de cada estrofa son construcciones metafóricas maravillosas que, una vez más, muestran su sensibilidad dentro de la circunstancia “extrema que atravesaba” pero que simultáneamente y vaya uno a saber de dónde (¿acaso en Dios?), en medio de su agonía (lucha), sacó fuerzas para transformar volcando su dolor en bellas metáforas. Y aquí es donde advierto cómo se agiganta la figura, el ser de Pedro Evaristo Díaz.

La música y sentida interpretación en la voz de "Chuni" Cardozo, van de la mano con lo que propone la letra, haciendo de ambas una hermosa conjunción de sentimientos.

En “lo más ancho del cielo”, seguramente don Pedro mirará desde su alma cómo la vida terrenal continúa su marcha. Somos nosotros quienes tenemos el deber de prestar atención al mensaje que nos dejó: luchar siempre, aprovechar la luz que nos permite discernir y aprovechar los momentos que vivimos, pero fundamentalmente, salir a “ganarnos la luz que nos fue prestada”, honrar la vida como lo hiciera Pedro Evaristo Díaz. 

¿No es acaso filosofía de vida lo que nos propone Pedro Evaristo Díaz en su letra? Nos levantamos y vemos la luz de un nuevo amanecer: podemos tocar, oír, saborear, damos por hecho que nuestros sentidos funcionarán a pleno como cada día. Normalmente no nos detenemos a pensar en ello. Lo hacemos generalmente cuando atravesamos un problema de salud. En el caso que nos ocupa, me pregunto ¿cómo será vivir, relacionarse con todo lo cotidiano sin la vista de ayer?

Yo les pregunto por qué

Autor: Pedro Evaristo Díaz / Música: Emilio "Chuni" Cardozo

 

Por las grietas de mi rostro
la noche encontró el camino
y se ha metido en mis ojos
que cruel ha sido el destino.
 
Dejó enlutada mi vida
me quitó la claridad
y condenado a que viva
esta inmensa oscuridad.
 
Inútilmente buscaba
desesperado y sin tino
la luz que necesitaba
me ha traicionado el destino.
 
El sol se fue despacito
se alejó de mi sendero
llega la noche y me cubre
con su oscuro manto negro.
 
La luna se había escondido
las estrellas no aparecen
hasta el lucero perdido
ninguno se compadece.
 
Luna, sol, lucero, estrellas
y a lo más ancho del cielo
yo les pregunto por qué
le niegan la luz a un ciego.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario