Por Carlos Infante.
Don Fortunato Juárez trabajó conmigo en una fábrica textil
que ya no existe. Yo acababa de separarme del conjunto Los Sin Nombre y me
salió la oportunidad de hacer una grabación como solista en Buenos Aires.
Don Fortunato me dijo entonces que tenía una poesía escrita
sobre un hecho real ocurrido en Huaico Hondo. Acomodó los versos para que
pudiera cantarlos, y me contó la historia de El Linyerita.
Un linyera había llegado a Huaico Hondo y empezó a deambular
por las calles. La gente lo ayudaba, le daban comida, algunas monedas y ropa.
Los chicos lo querían porque se veía que era buenito.
En aquel tiempo, había una confitería cerca donde hoy está la
cruz de él. Allí se practicaban juegos de azar, riñas de gallo, tabeadas y se
jugaba a los naipes.
Un día, el linyera entró y le pidió permiso al dueño para que
lo dejara ver la tabeada. Se arrimó adonde estaban jugando, sacó plata que
tenía guardada, jugó y perdió. Al perder toda la plata, le preguntó al dueño
del boliche si le podía empeñar un anillo de oro que llevaba con él y dejarlo
tirar al menos una vez más. Entró en la tabeada, y la suerte le cambió por
completo. Empezó a tirar y ganar sin parar hasta sacarles toda la plata a
todos.
Después, levantó su plata, sus cosas, y partió. Compró vino,
fiambres, quesos, según los versos de Fortunato, y se fue. Pero apenas salió de
la confitería, comenzaron a seguirlo, al alcanzarlo, lo mataron y le robaron
toda la plata y su anillo de oro.
Cuentan que los asesinos fueron detenidos y encarcelados, y
que uno de ellos se quedó ciego en la cárcel y murió al poco tiempo. La misma
suerte corrió con el otro al recuperar la libertad.
Ésa es la historia que me contó don Fortunato y que él
investigó para poder hacer la poesía. Después yo grabé esa canción y fue un
rotundo éxito, tanto que pese a los años que pasaron la gente me la sigue
pidiendo en todos los escenarios del país
El Linyerita (Fortunato Juarez)
En un barrio de Santiago,
hay una cruz
milagrosa,
las chinitas y los
changos
le llevan fragantes
rosas,
prenden velas día y
noche,
en la cruz del
linyerita
rezos, plegarias,
promesas,
brindan al alma
bendita.
Cuentan que una noche
oscura y en un boliche cercano,
estaban unos paisanos
truqueando muy divertidos,
de pronto entró un mal
vestido y andrajoso como quiera,
era un barbudo
linyera, quién sabe de ande ha venido.
Con su amable sonrisa,
a tuitos los saludó
y al bolichero pidió,
p' poder matar su hambre,
le vendiera queso,
fiambre, un pan y un litro i`vino.
Y de un pañuelo
cochino desató un billete grande.
Le cobró el bolichero,
dando el vuelto al linyerita
y agarrando sus
cositas, rumbo a Huaico Hondo marchó.
Y cuando a las vías
llegó lo alcanzaron dos matreros,
le quitaron su dinero
y allí tendido quedó.
En un gran charco de
sangre lo hallaron de madrugada,
dos profundas
puñaladas cortaron su triste vida
y la gente conmovida
viendo muerto al linyerita
llevan flores y
velitas para esa alma desconocida.
¿Quién era el
linyerita? nunca se pudo saber,
pero él siempre ha de
tener una velita prendida.
A un costado de la
acequia, de la vía y el camino,
la cruz de palo se
encuentra marcando un triste destino,
linyerita de Huaico Hondo, quien sabe de ande has venido.
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