Los informes de Page, el descriptivo relato del joven Amadeo Jacques y el enorme entusiasmo que reinaba llevó a no pocos empresarios a interesarse por la navegación del Salado,
La Casa Smith Hermanos firmó con la
Confederación Argentina, el día 14 de enero de 1856, un meticuloso contrato,
para establecer una compañía de Navegación a Vapor por el Salado. El convenio,
entre sus principales cláusulas, establecía una concesión por el término de
quince años, siempre que la misma se efectuara con buques a vapor, debiéndose
realizar a la par del transporte de mercaderías el transporte de personas. El
gobierno cedería parcelas en las costas del río, facilitando la colonización de
la zona. Los concesionarios estaban obligados a realizar un primer viaje de exploración
hasta el mes de marzo de 1856, hasta la desembocadura del arroyo Las Piedras,
en Salta. También se regulaban los fletes, para un gran número de artículos.
Por ejemplo, entre Rosario y Matará el flete no podía exceder los 0,75 fuertes
por arroba.
El gobierno decidió, quizás en forma
apresurada, rescindir el contrato, al no realizar la empresa concesionaria la
referida exploración inicial. Pese a ello, el antecedente es sumamente
importante porque fue la base del contrato que posteriormente, el 2 de junio de
1856, firmó la Confederación con el fuerte comerciante Esteban Rams y Rupert,
viejo conocido de Urquiza ya que se había desempeñado como proveedor de su
ejército en la batalla de Caseros.
El contrato también establecía un
plazo perentorio para dar comienzo a los trabajos de explotación: el mes de
octubre de 1856. Con ese motivo, y a los fines de no perder el tiempo en
esperar que llegaran los vapores y rastras encargados en el Brasil, Rams y
Rupert encomendó al baqueano don Lino Belbey para que desde Matará (Santiago
del Estero) realizara una primera exploración inicial. El baqueano Belbey, en
Matará, debía construir la embarcación que surcaría el Salado.
Y éste, con maderas de los bosques
santiagueños, construyó la falua «General Urquiza», en Matará, convirtiendo a
la antigua población en un improvisado astillero. Pero sigamos paso a paso esta
verdadera hazaña. Rams y Rupert solicitó a la Confederación fuerzas militares
para custodiar a los expedicionarios. Con ese motivo, tropas santiagueñas y santafesinas
se turnarían en acompañarlos. El punto de relevo de las fuerzas del General
Antonino Taboada sería Palo Negro o Higuerillas, y desde el Cantón Los Sauces,
partieron los soldados de Santa Fe, al mando del teniente coronel don Antonio
Crespo, el día 16 de noviembre de 1856. Seis días antes, custodiado por el
general Taboada y cien soldados, desde Matará, Belbey iniciaba la exploración.
La navegación fue muy tranquila hasta
Palo Negro, donde al no hallar a los relevos, Taboada decidió continuar escoltando
a los expedicionarios. Fue un desencuentro casual, como luego lo explicó el
gobernador de Santa Fe, Juan P. López, al realizar los santafesinos el
itinerario en línea recta y no por la costa. El incidente no obstaculizó la
marcha ni el ánimo de los intrépidos exploradores. Se destacaba entre ellos el
baqueano Belbey, que recorrió casi toda la distancia a nado, abriendo el camino
con un valor y entusiasmo notables:
*Las tardes ardían en llamaradas de
sol santiagueño, los pájaros lanzaban al aire las estridencias de sus gritos y
las balsas seguían adelante a la par del nadador, que abría con sus brazos la
ruta, que sería camino de pueblos, describe con prosa encendida. Blanca
Irurzún”
Y por fin, el 28 de noviembre de
1856, el pueblo y autoridades santafesinas recibían como verdaderos héroes a
los tripulantes de la «Gral.. Urquiza», que majestuosa y con sus velas al
viento ingresaba al puerto de Santa Fe. Dos provincias argentinas se unían. Una
esperanza estaba en marcha. Concluía, al decir apasionado de Di Lullo, la
«odisea más extraordinaria del siglo».
El Nacional Argentino, periódico del
Paraná, ese mismo día decía:
Una nueva expedición exploradora
salió de Santiago, mandada por el general D. Antonino Taboada. Esta acaba de
llegar a Santa Fe, trayendo las noticias más lisonjeras. He aquí los datos que
se nos han suministrado al respecto: El Río Salado o Juramento es navegable en
toda estación, desde Santa Fe hasta Sandia Paso, a cuarenta leguas de la ciudad
de Santiago del Estero. La sola dificultad se encuentra en el estero de El
Bracho, cuando el agua que se encuentra, y esa desaparecerá con algunos
trabajos, está muy baja... Desde diciembre hasta junio el río será navegable
hasta Salta... Por medio de la navegación del Salado cuatro provincias van a
mudar de aspecto transformándose completamente: Santa Fe, Santiago, Tucumán y
el Chaco... El vapor es el gran mágico que va a llamar a la vida a todo un
mundo nuevo agrícola-industrial y comercial. Las provincias interiores se
pondrán en comunicación rápida con el océano y el Paraná beneficiando así las
riquezas que duermen aun inexplotadas, atrayendo brazos y capitales. En seguida
de la navegación del Salado vendrá, la del Bermejo que establecerá nuevas
relaciones con la extremidad septentrional de la República y la misma Bolivia
que tiene más interés en acercarse a nosotros que buscar una difícil travesía
hasta el océano Pacífico».
Los expedicionarios del Salado, tanto
jefes como soldados, recibieron del propio Rams medalla de honor ordenadas por
el gobierno de la Confederación Argentina, con fecha 17 de diciembre de 1856,
según el decreto que lleva la firma del doctor Salvador María del Carril,
vicepresidente de la Confederación en ejercicio de la presidencia.
Pero no sólo el Salado había sido
recorrido en el año 1856. La Confederación propugnaba mejorar el tráfico de
mercaderías y establecimiento de colonos euro- peos, como los que se
establecieron en Colonia Espernza, Santa Fe, apoyaba todos los intentos de
navegación de los ríos interiores. Así tenemos que Augusto Liliedal, en el año
1856, partiendo de la población de Villa Nueva, Córdoba, llegó por el Carcarañá
a la confluencia del Coronda, y el año anterior, el capitán José Lavarello
había navegado el Bermejo, hasta el río Parguay.
Todos estos intentos de navegación de
los ríos interiores del Gran Chaco decidieron aún más a Esteban Rams y Rupért a
continuar con su empresa sobre el río Salado, cuyo principal propósito era el
establecimiento, en los fértiles valles del río, de colonias de inmigrantes
como las que se establecieron en la provincia de Santa Fe. Sabía que las
dificultades eran muchas, pero el Colón de tierra adentro, como lo llamó Miguel
Cané14, no cejó jamás en su propósito, convencido de que la grandeza de una
nación se debía juzgar por el mayor o mejor número de vías de comunicación que
la misma poseía:
"las dificultades que debían
presentarse para vencer los estorbos que ofrece un río poco caudalos, que
atraviesa un país despoblado y desconocido jamás se me oculta- ron, pero
estando persuadido, de que unas aguas que vienen desde tan larga distancia sn
interrumpir su curso hasta el Paraná, debían ser forzosamente navegables, no he
desmayado un solo momento ni he perdido un solo día a fin de dotar al país de
una nueva e importante vía de comunicación interior"
Es así que el 26 de enero de 1857, la
proa del vapor Santa Fe adquirido por Rams en el Brasil, principió a romper las
mansas corrientes del Salado. Capitaneaba la embarcación el práctico Lino
Belbey, que iba a recorrer esta vez el camino de sur a norte. Por disposición
del gobierno nacional también iba el ingeniero Rodolfo Blandovsky, y naufraga
la chata que llevada a remolque por el vapor transportaba los víveres y demás
enseres. Pese a ello, los expedicionarios continuaron la marcha y a los siete
días, luego de haber recorrido ciento catorce leguas, se arribó a Monte Aguará,
donde debieron, nuevamente, estacionarse por la escasa profundidad del agua.
Allí permanecieron once meses sin poder adelantar un solo paso y a la espera de
las crecientes que no llegaban.
Rams regresa a Santa Fe donde recibe
el vapor "Río Salado", y encarga al capitán del mismo, Juan B.
Benetti, que inicie la limpieza del cauce del río con dos rastras adquiridas al
efecto y en el mes de octubre del año 1857 nuevamente se encuentra en Monte
Aguará, donde en lanchas llega a Navicha, localidad cercana a El Bracho
(Santiago del Estero), y luego de tomar los datos del rio que necesitaba,
regresa a Santa Fe.
El infatigable empresario, obtiene el
concurso del ingeniero constructor Juan Coghlan recién llegado de Irlanda, y
éste el 17 de noviembre de 1858, asistido por los ingenieros José de Guerrico y
Neville Mortimer, inició desde Santa Fe, una nueva expedición que concluyó en
un rotundo éxito al pasar sin problemas el eterno obstáculo de Monte Aguara,
paraje fatal hasta el momento y llegar a Guaype (Santiago del Estero),
población situada a sólo cinco leguas al norte de Matará. Luego regresaron
hasta el punto de partida. Como resultado de esta expedición Coghlan preparó un
minucioso y extenso informe, que Rams presentó al Gobierno Nacional, donde
hacía especial referencia a la imprescindible necesidad de encarar algunas
obras de mejoramiento y encauzamiento del Salado.
Fuente: Libro "Hacha y
Quebracho" de Raul E. Dargoltz
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