Esa tardecita llovió, estuvo fresco y luego la humedad envolvió todo el barrio Jorge Newbery con su pesadez. Pero nada de eso impidió que don Manuel Jugo nos esperara con ganas de contar algunas de sus historias, impregnadas por 94 años de vida recién cumplidos. Acompañado por dos de sus hijas, Divina y Palmira, estrecha la mano y se acomoda como para iniciar un viaje. O un paseo.
Cuentan las crónicas que junto al “Nono” Jesús Corvalán formó el legendario Dúo Jugo-Corvalán, con el que recorrió los escenarios del país. Y quizás la historia que mejor pueda definir la trayectoria de Manuel sea la que narra la primera interpretación de la chacarera que sería un himno con el paso del tiempo. “Fue en 1938. Fuimos a tocar en Radio Belgrano en Buenos Aires y un día se presenta Julio Jerez con una chacarera para que la toquemos, así que tuvimos que aprenderla y ensayarla durante toda la noche. Y tomando algo, seguro. Era Añoranzas”, cuenta animado don Manuel.
Cada vez que se lo invita a recordar sonríe y empieza a hablar con lucidez envidiable y esa calma que da la experiencia a pesar de afirmar que “a mí la memoria ya no me responde”. Nacido el 26 de abril de 1913 en esta ciudad capital, Manuel no recuerda cuándo fue la primera vez que agarró una guitarra, pero sí que “debe haber sido a escondidas, porque no me iban a entregar la guitarra, no era mía”. Era la de su padrastro, quien tocaba con don Andrés Chazarreta.
“Yo tenía dos ídolos de la canción en esa época: Agustín Magaldi y Libertad Lamarque. Con Magaldi compartimos una transmisión de Radio Belgrano, era muy buen mozo. Ese mismo año falleció. Y otro día, en la misma radio, me dice Fernando Raed: ‘Dese vuelta con disimulo, mire quién está sentada en el rincón’. Me doy vuelta y era Libertad Lamarque, la gran estrella de América. Después con el peronismo se tuvo que ir, no sé qué pasó. Y bueno -ríe Manuel- su mismo nombre la llevaba a eso, a la libertad.”
Amante de viajar, de no quedarse quieto, Jugo ha recorrido mucho y varias veces el norte argentino desde muy jovencito, a veces acompañado por algún músico amigo y otras… “He andado tanto hermano. Viajaba en tren de cargas, solo y con la guitarra, pero por andar nomás. Muchos inmigrantes polacos también viajaban así. Yo me enrolé en Salta, pero volví porque don Andrés me hizo buscar. Creo que una sola vez viajé en tren de pasajeros”, dice riendo.
Otra vez, de viaje por Mendoza con Corvalán durante la Fiesta de la Vendimia, acepta una invitación de una radio para un festejo. Y una pareja de baile también llegó invitada. “Todas nuestras miradas eran para la mujer. En un momento me sacó a bailar esta señora hermosa y cuando llegaba el ‘aro aro’ había que detenerse. Y yo me quedé con las manos en su cintura y ella también me agarraba a mí, entrelazados. Cuando me voy a sentar le pregunté a Corvalán: ‘¿Has visto cómo me abrazaba esa mujer?’. Y él me dice: ‘Si ti esta’o odiando’.
“Hice ‘Zamba para mi luna’ sentado en el patio, una noche de verano, viendo la luna. Me inspiré y fue saliendo de a poco”. Esa zamba fue grabada, entre otros, por Los Cantores de Salavina y el Dúo Coplanacu. Estos últimos la unieron a ‘Luna Tucumana’ de Yupanqui. Justamente Roberto Cantos, de Coplanacu, no hace mucho, durante un homenaje a Jugo, al momento de dirigir unas palabras, sólo pudo decir gracias y se quebró emocionado. “Muy buenos son los barbudos -dice Manuel sobre el dúo de Roberto Cantos y Julio Paz- se nota que han estudiado la música, me gustan”.
Don Manuel tiene también en su haber creativo ese clásico que es ‘Qué lindo se ha puesto el pago’, que interpretan muchos, como Los Tucu-Tucu; ‘Mía y de Dios’ es una bella zamba que escribió para su mujer, ‘La Quishcaloro’ con versos de Cristóforo Juárez; ‘Coplas de Chacarera’ o ‘Una estrella va’, compuesta en honor a Andrés Chazarreta cuando éste partió a mejor vida.
Atrapado una vez más por la inspiración, hace unos años Manuel escribió un valsecito inédito para Santiago del Estero con motivo del 450 aniversario de nuestra provincia. Sin ningún problema y mucha gana, el hombre se puso a cantar en el living de su casa:
“Con sus
brazos abiertos y sus cuatro centurias, Santiago del Estero se entrega en
amistad.
Como ardor de leyenda de sus propias penurias, Resurge majestuosa la muy noble ciudad…”
Fue solo una muestra de la vitalidad del autor. La cantó entera y después empezó otra.
Por un
problema de salud no puede con la guitarra, pero no le preocupa tanto ya a este
caballero que también fue peluquero y cumplió funciones en el Ministerio de
Trabajo de la provincia.
“He hecho una vida de mucho sacrificio, con grandes satisfacciones, pero con sacrifico. No siempre anduve bien comido ni vestido en esos viajes. Gracias a Dios cumplí 94 años y estoy muy bien. Mis hijos me acompañan y no me dejan solo nunca. Estoy muy bien”.
El breve y variado paseo termina. Don Manuel Augusto Jugo tiene más historias y recuerdos que contar sobre un mundo que ya no está y probablemente fue mejor. Lo lindo es que las puertas de su casa están abiertas.
Nota publicada el 9 de mayo de 2007 en el semanario Notiexpress, la última realizada por un medio santiagueño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario