sábado, 1 de noviembre de 2025

"Pedro Navarrete: el alma musical de Santiago del Estero que nunca dejó de crear"


Nacido en Villa Silípica en 1956 y criado por sus abuelos en Santiago del Estero, Navarrete atravesó concursos escolares, el primer festival de rock de la provincia, agrupaciones emblemáticas y colaboraciones con artistas que admiraba desde chico. Su obra, tan diversa como arraigada a su tierra, dejó discos, canciones y memorias que todavía caminan por el Camino Real. Falleció el 2 de noviembre de 2021, tras una larga dolencia.

Hay historias que parecen tocarse con la yema de los dedos: una guitarra que vibra, un patio que se llena de voces, un río que murmura detrás de cada copla. La verdad es que la de Pedro Pablo Navarrete —músico, autor, compositor, arreglador y armonizador— es una de esas vidas donde los géneros se cruzan y la provincia canta sin pedir permiso: del rock progresivo al Shunko, de los festivales estudiantiles a los escenarios mayores. Y es que, para él, Santiago del Estero fue siempre brújula y horizonte.

Pedro Pablo Navarrete nació el 16 de marzo de 1956 en Villa Silípica. Creció en la capital santiagueña, al cuidado de sus abuelos, en un ambiente donde la música y la comunidad se aprenden por oído tanto como por cariño. Desde muy joven se animó a los concursos entre escuelas y colegios secundarios, afinando la voz y el oído en la cancha más sincera: la de los públicos cercanos, esos que te aplauden de frente y te corrigen con una mirada.

En 1971 dio su primer golpe de escena al ganar el Primer Premio como Dúo Vocal, representando a la ENET “Santiago Maradona”. Ese triunfo le abrió la puerta para integrar la Delegación Santiagueña en el Concurso del NOA realizado en Salta, donde volvió a alzarse con el Primer Premio en el mismo rubro. No era casualidad: había una búsqueda definida, una intuición de oficio que lo guiaba y un pulso interno que le pedía más.

Como buen adolescente de aquellos años, también se dejó tentar por los riffs y las libertades del rock progresivo. Participó en el Primer Festival de Rock que se hizo en Santiago del Estero, en la Biblioteca Francisco de Aguirre, cantando como solista. Y en 1974 repitió la apuesta, esta vez en el histórico Teatro 25 de Mayo. Ese cruce temprano entre el rock y las raíces sería una marca en su trayectoria: curiosidad, apertura y pertenencia. Además, un modo muy suyo de decir “esto también es parte de nuestra música”.

Su nombre empezó a sonar fuerte en el ámbito del folclore y las agrupaciones vocales e instrumentales. Integró el Cuarteto Shunko, con el que se grabó un LP integral: “Santiago del Estero desde sus coplas al país”, Vol. II. Habilidoso guitarrista, supo acompañar a figuras como Alfredo Ábalos, Carlos Leguizamón y “Toño” Rearte, entre otros, aportando esa mezcla de precisión y buen gusto que los grandes valoran. Y es que Pedro tenía esa delicadeza de acompañar sin tapar, empujar sin empujar de más.

En 1974 rearmó “Las Sombras Azules”, conjunto que venía de un largo silencio y con el que se registró un LP. Disuelto el grupo, llegó el tiempo de “El Dúo Shunko”, junto a Carlos Amílcar Navarro, con la grabación de un cassette y la posterior incorporación de “Rody” Montenegro al proyecto. La pluma siguió encendida: en 1986 compuso la música de la canción “El niño y el amor”, con poesía de Eduardo Manzur, que obtuvo el pase a la final del NOA en el Festival OTI de la Canción. Un guiño a la industria y, al mismo tiempo, un abrazo al canto propio.

La década de 1990 lo encontró armando “El Trío Shunko”, en 1995, junto a Carlos Amílcar Navarro y Aristóbulo “Chino” Rodríguez. Tras la disolución, continuó su camino como solista y bautizó esa etapa como “Pedro Navarrete y la Banda del Río Dulce”, con Marcelo Fernández en percusión, Miguel Simón (h) en guitarra líder y arreglos, Pablo Maraglia en aerófonos y Daniel Sorroche en bajo. Con esa formación se registró “Por la grieta”, en conjunto con el Dúo Orígenes. Más tarde formó el “Grupo Shunko” y, fiel a su andar, volvió otra vez al formato solista. Lo suyo, además de la música, era el movimiento: armar, desarmar, volver a armar.

En los últimos años, mientras lo aquejaba una larga dolencia, se asoció con el poeta y letrista bonaerense Dr. Gonzalo Jaacks. De esa sociedad nacieron nuevas canciones y el registro en CD de “Por el Camino Real”. Pedro Pablo Navarrete falleció el 2 de noviembre de 2021, dejando un mapa de obra que regresa, una y otra vez, a su provincia y a sus afectos. Hay artistas que eligen despedirse trabajando; él fue uno de ellos.

Su catálogo autoral y de coautorías es abundante y diverso. Entre sus obras figuran: “Campo fértil”, “La del barrio”, “Hermano quenero”, “Pañuelo para los ojos de Shunko” (con Pablo Trullenque), “El Patio del Indio Froilán”, “Río Dulce de Santiago”, “Romance para Juan Saavedra”, “Sí, soy santiagueño”, “Santiago estoy volviendo”, “La Vichi Salto” (con Eduardo Manzur), “El niño y el amor” (con Eduardo Manzur), “Canción de un sueño de amor” (con Carlos Navarro), “Canción del chipaquero”, “Chacarera pa Carlos”, “Chango ne dicen” (con Pilly Herrera), “Conflictos” (con Eduardo Manzur), “La cruz que llevo”, “Gato de antes” (con Gonzalo Jaacks y Antonio Loto), “Esperanza de algún canto” (con Eduardo Manzur), “El tizón de tus besos” (con Carlos Navarro), “Esta pena espereranzada” (con Antonio Loto), “Julio en Atamisqui” (con Gonzalo Jaacks), “La chinkala” (con Gonzalo Jaacks), “Luna de Totoral” (con Gonzalo Jaacks), y muchos más. Un repertorio que, además, se canta como se cuenta una historia en la sobremesa.

La trayectoria de Pedro Pablo Navarrete parece contarse a través de las geografías que la inspiran: Villa Silípica, la capital santiagueña, el Río Dulce, los teatros y las bibliotecas donde la música se vuelve comunidad. Fue puente entre generaciones y géneros, entre la rebeldía del rock y la hondura del folclore, entre la guitarra acompañante y la canción propia. Su legado está en los discos, en las obras y en la memoria afectiva de quienes lo escucharon y compartieron escenario. Y cada vez que una chacarera vuelve al ruedo o una voz se anima a cruzar fronteras, su nombre —como una afinación justa— se hace presente. Porque hay músicos que, aun cuando se van, dejan su provincia cantando. Navarrete fue, con toda la ternura y la firmeza de su oficio, uno de ellos.

Fervor y autenticidad: Mario Arnedo Gallo

 


Con los dedos de una mano -y quizás sobren cuatro dedos pueden contarse entre nosotros los "bombistos" que ejecutan con la autenticidad, ritmo, gracia y personalidad de Mario Arnedo Gallo, el clásico bombo santiagueño. Es que el típico instrumento es el que más requiere un hondo sentir nativo, y no se entrega sino a quien desde la antigüedad de la sangre sabe extraer todo lo que de ritmo de la tierra es capaz de entregar. Excepcional "bombisto", pianista de iguales méritos, cantor de no mucha pero si de expresiva voz cuando se trata de lo nuestro, Mario Arnedo Gallo es de los que "empujaron" la actual difusión de la canción folklórica y, con dignidad y buen gusto. . . , abrió los caminos por los que hoy muchos otros encontraron fácil el éxito.

Desde antes

Desde antes, desde hace muchos años, se enciende en Mario Arnedo Gallo su encariñado sentir por la música nuestra, su apasionada "santiagueñidad". Añares hace, también, que su sangre tiene en Santiago del Estero raíces honda. Su señora madre, doña Herminia Gallo Lavalle, está emparentada con el doctor Pedro León Gallo, presbítero que suscribió el acta de la Declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816, y fue vicepresidente del Congreso de Tucumán, y luego presidente, cuando aquel Congreso se trasladó a Buenos Aires. Su padre, don Rodolfo Arnedo, es un distinguido jurisconsulto, nacido en Tucumán, aunque toda su actividad se ha desarrollado en Santiago del Estero, provincia a la que representó como diputado nacional (1920-1924). Ministro de su provincia, intendente de la ciudad, asesor del Banco Hipotecario Nacional, los folkloristas dicen que su mayor mérito es haber dado al país un "bombisto" y pianista de la calidad de Mario, lirico insobornable, alma de pájaro libre, poeta y músico desde que vio la luz...

Itinerario 

- ¿Podríamos trazarnos brevemente su itinerario artístico? -Preguntamos a Mario Arnedo Gallo.

-Mi primer deslumbramiento, en cuanto a música folklórica, lo tuve en mi infancia, en Santiago del Estero, el día en que don Pedro Contreras, un músico santiagueño que luchó, a la par de Chazarreta y Gómez Basualdo, por la difusión de la canción folklórica, se acercó al estudio de mi padre para ofrecerle en venta unas discotecas que había grabado en Buenos Aires. Nunca me podré olvidar de la impresión que me hicieron aquellas composiciones, grabadas en los discos que mi padre le adquirió y que tocábamos en las enormes ortofónicas de entonces: "La cara i puca" (Cara colorado) y una extraordinaria chacarera: "La tía Vicha”. Maestros de entonces a quienes admiran, son los hermanos Díaz, auténticos hombres de la tierra, que reconocieron en los ranchos lo puro y legítimo de la música vernácula. A ellos les debo mucha amistad, que me considera "el sexto hermano. Abalos". En cuanto a mi actuación, comencé con el gran Buenaventura Luna, por Radio Belgrano, en el conjunto "Los Manseros de Tulum", en la provincia de Buenos Aires, en una. gran "Fiesta del Color y del Perfume", participó en el ballet de Ricardo Seriti, en el que colaboró ​​​​el talentoso coreógrafo colombiano Jacinto Jaramillo, titulado "El sueño de la pastora Bailé y toqué el bombo la compañía de Ariel Ramírez, me desempeñé en televisión, en el ciclo de ". bailes y canciones que inició Magdalena Lavalle Cobo y acompañé, en piano, a Alma García, por Canal 9, en La Pulpería de Mandinga.

En Morón, donde encontró extraordinarios elementos en música y bailes folklóricos, ganó por concurso una cátedra en la Escuela de Arte Nativo, donde enseñé ritmo en la ejecución pianística de las danzas y cantos tradicionales. Hay en Morón un fervor admirable y un deseo enorme de hacer. Traté mucho a don Andrés Chazarreta, que vivía en Santiago del Estero, en la calle Mitre, entre Independencia y 24 de septiembre, y que era muy amigo de mi padre. En la casa de Chazarreta se hacían reuniones muy criollas y cordiales. Pero, como le digo, considero a los hermanos Díaz como mis verdaderos maestros. Hice gran amistad con el doctor Rodolfo Borzone, eminente leprólogo, profesor universitario, en cuya casa, en Santa Fe, vivió no poco tiempo. El doctor Borzone, casado con una prima segunda mía, es un verdadero mecenas. Allí conviví durante más de siete meses con gente valiosa: Atahualpa Yupanqui; un filósofo español, Carretero Granados, uno de los hombres más buenos que he conocido, y tantos otros, en fin, que me han dejado recuerdos gratisimos de entonces. En la casa del doctor Borzone custodié una hermosa cabeza del poeta Bufano, modelada por Riganelli. En Santiago del Estero, los hermanos Ábalos, de quienes soy como lo dije hermano más que amigo. Me liga también una gran amistad con los Gómez Carrillo, que tienen a quien salir... y han formado un maravilloso cuarteto.

En Buenos Aires, además de la actuación que le mencionó, integró el conjunto Los Mandingas, con Osvaldo Andino Álvarez, Abel Figueroa y el "negrito" Andrade, Con Polo Giménez, Atuto Mercau Soria y Álvarez Viera, formé parte del conjunto de Edmundo Zaldívar. . . . Soy autor de la letra de "Andando por ahí", chacarera, con música de Polo Giménez. Con Delia, Marta, Cristina y Susana Cazenave Moyano, maravillosas niñas, de notable talento musical, andamos en  intentando constituir un conjunto. Hemos accionado ya en diversas oportunidades, pero todavía no profesionalmente. Hace poco, hice un ciclo de audiciones por Radio Municipal.

Un bombo de cien años

- ¿Es verdad que el bombo en que usted ejecuta tiene, por lo menos, cien años?

-No muchos menos. De muchacho, hace algún tiempo-yo nací en la ciudad de Santiago del Estero, el 15 de mayo de 1915, con Luis Villaud, nos internamos en lugares apartados, entramos a ranchos santiagueños, anduvimos por Sumamao. En un rancho encontré un viejito que me embelesó por su modo de tocar el bombo, utilizando el aro, con un repique especial. Aprendí su ritmo, lo que me dio mucho trabajo. Villaud me regaló un bombo muy antiguo, de parches ya amarillentos, que primero fue barrica de yerba, de madera muy seca y estacionada, que suena magníficamente, y lo conserva conmigo desde hace 25 años.

Creo, con fundamento, que tiene cerca de cien... Le cambié uno de los parches, que se me rompió. El otro, de piel de cabrito, es de un color pergamino antiguo,

Composiciones

¿Cuántas piezas musicales lleva compuestas?

-La primera fue "Milonga de la tristeza". La más popular, la zamba "La amanecida", con letra de Hamlet Romero Lima Quintana, que ha "empujado" mucho a la música, por su calidad literaria. La han grabado ya Las voces del Teuco, y Molina Cabral. La grabamos hace poco en sello Philips, acompañando en el bombo a Ariel Ramírez, con el que he hecho recientemente otras grabaciones. Yo no hago, estrictamente, folklore. Me interesa profundamente lo tradicional, pero no soy recalcitrante. Sobre esa base hay que crear. Debemos entrar en el concierto de la música universal, utilizando ciertos procedimientos, ciertas técnicas. Hay que trascender... Me emocionó mucho saber qué hace poco, el coro infantil que dirige la señora Bonomi de Bourse Herrera cantó "La amanecida" en plena calle Florida, para allegar fondos para construir una capilla en San Isidro. En total sigue diciéndonos Mario Arnedo Gallo, tengo aún unas sesenta composiciones que no he dado a conocer. Los Huanca-Hua me han pedido, para hacerla, una "Chacarera del cantor". Mi zamba "La vuelta del santiagueño" tiene ya 17 años. Después vinieron "El loretano" (gato, en colaboración con el gran pianista que fue Miguel Ángel Trejo); "El pobre negro" (gato, en colaboración con Julio Navarro); "La yuya" (chacarera") "Tonada de la rosa" (con letra de Buenaventura Luna); "Corazón de quebracho", zamba que ahora tocan Los Chalchaleros; "Triunfo de los varones", con letra recopilada en San Antonio de Areco por Fernández Podestá, y otros, como "Tonada de la flor azul", en colaboración con Antonio Rodríguez Villar.

Cuando Louis Armstrong le tendió la mano...

Sabemos -le decimos a Mario Arnedo Gallo- que el gran Louis Armstrong se interesó muchísimo por la forma cómo usted toca el bombo, y le ofreció participar en el espectáculo que dio en el teatro Opera. ¿Cómo fue eso?

-Efectivamente: conocí al gran "Satchmo" en una comida que se le daba en el diario "La Prensa", ехclusivamente para periodistas. Es un gran músico y un señor, en toda la extensión de la palabra. Rodríguez Villar me facilitó el acceso a aquel acto. Con él tocamos, En un momento determinado, alcé el bombo y canté una vidala. Armstrong se impresionó profundamente, y con noble generosidad nos invitó a Rodríguez Villar y a mí a que cerrásemos el gran espectáculo que "Satchmo" ofrecía en la Ópera. Al día siguiente, llamé al representante y cambié un poco los papeles. Me recomendó que acompañaramos a "Satchmo" con el "tamborcito" en la ejecución de "Some of this days". Mi bombo no era para eso, por mejor voluntad que hubiera. En el mejor de los casos, hubiera sido tapado por la orquesta de "Satchmo". El representante no interpretó la nobleza y generosidad de Armstrong. Así, todo quedó en proyecto...

-Un proyecto le decimos a Mario Arnedo Gallo- que, bien realizado, lo hubiera puesto a usted en primerísima fila en la cotización, junto a un nombre del calibre de Armstrong.

-Seguramente acota a Mario Arnedo Gallo con una sonrisa. A lo mejor, estuve un poco descortés con el representante. Le corté la comunicación con un "si... cómo no… claro. El asunto es seguir adelante, fiel a uno mismo. Lo demás, lo dirá el tiempo...

Publicada originalmente en Revista Folklore